¿El consumo seguirá con las mismas pautas o cambiará? En ese caso, ¿Hacia dónde?

¿Las empresas mantendrán sus planes de inversión?

Tan sólo con estas preguntas ya hay suficiente incertidumbre para que la confianza empresarial se retraiga algunos meses más sobre los pronósticos mas optimistas de recuperación, pues seguiría cuestionada la reparación de la cadena de valor de manera sostenible.

Si a esto añadimos las reservas que el mercado tiene con la capacidad fiscal del Estado para mantener el pago de las ayudas o de la suficiencia de los préstamos blandos para la tesorería de las empresas y el anuncio de la marcha atrás en una reforma laboral que ha demostrado su eficiencia a lo largo del tiempo recuperando el empleo.

Ya, cuando los empresarios están recelosos, aparece un informe del Banco de España pidiendo mas reformas estructurales con un mayor peso de la innovación, mientras se vigila la morosidad de las familias y empresas para evitar un endurecimiento de la financiación y así evitar una nueva crisis del sistema financiero.

Personalmente creo que un sistema que favorece la empresa y el empleo, con una bolsa para el desempleo ocasional, fondos suficientes para la cualificación e inversión pública, con capacidad fiscal para planes extraordinarios coyunturales, como el sanitario, son un apoyo suficiente para el estado del bienestar.

Pongamos un ejemplo de lo que costaría al Estado una familia de 4 miembros dependiente del presupuesto público, comparado con el coste del mismo servicio en el sector privado que, en muchos casos es menos costoso que el público:

Salario público: 1.800 euros mensuales. (900 euros x 2)

Sanidad básica: 240 euros mensuales. ( 60 euros x 4)

Educación: 700 euros mensuales. (350 euros x 2)

Vivienda 80m2: 400 euros mensuales. (1 alquiler Vivienda pública)

Total: 3.140 euros mensuales.

Todos esto sin sumar la parte proporcional del resto de gastos e inversión del Estado, Autonomía, Cabildos Ayuntamientos y empresas públicas.

Nadie puede quejarse de lo que cuesta el Estado del Bienestar en este País.

Otra cosa es que sea sostenible seguir concediendo todo lo que se pide gratuito del Estado, mientras la mayoría de las ayudas ofrecidas no llegan a las familias por la excesiva burocratización de la propia administración, como si el presupuesto no se nutriera de lo que pagan empresas y trabajadores.

Nos hemos olvidado de priorizar entre lo urgente y lo importante.

La crisis de 2007 nos dejó un buen puñado de empresas zombi que malviven de refinanciación y subvenciones estatales para nivelar su cuenta de resultados mientras que esta crisis sanitaria amenaza con dejar familias zombis.

Mientras tanto olvidamos que apoyando las empresas apoyas el empleo y la renta familiar, porque todos somos parte de la solución.