La nueva medicina después del Covid-19 será más distante, y por tanto no mejor que antes, dado que el sistema se prepara para avanzar en lo que ya existía, la telemedicina y las vídeo consultas, que si bien eran necesarias antes del Covid para eliminar barreras de distancia geográfica o de recursos económicos, ahora lo es para mantener la separación interpersonal y para que los enfermos no saturen los centros sanitarios y mantengan una distancia física de seguridad entre ellos y con los trabajadores, lo que será posible atendiendo a los pacientes por teléfono, y a los de alto riesgo, potenciales víctimas de contagio, se les limitarán las visitas a los centros sanitarios. Así que muy pronto veremos a los médicos convertidos en telefonistas y tele consejeros, y de ellos los enfermos apenas conocerán su voz.

Se recurrirá mucho más al correo electrónico, al WhatsApp y a las páginas web sanitarias, y esa será la nueva medicina, la nueva "normalidad", con la que, inevitablemente, algo disminuirá la calidad de la atención sanitaria, trayéndonos nuevos problemas al tener que asegurar la identidad de trabajadores y usuarios, consentir este tipo de trabajo, y garantizar la confidencialidad de los datos. Con la relación directa y presencial médico-enfermo siempre ha habido problemas de comprensión por parte del paciente si el médico no era muy amable y buen comunicador, que de todo hay, pero ahora los enfermos y familiares no pueden aclarar de inmediato sus dudas, lo que, si ya de por sí era difícil presencialmente en muchos casos, ahora, por teléfono o e mail, va a resultar más difícil todavía.

Por otro lado, en la telemedicina existe tendencia a generar menos pruebas complementarias y a simplificar el tratamiento y el seguimiento, lo que, todo unido, me temo que, resultando imprescindible, va a reducir la calidad asistencial, por lo que esperemos que su uso sea provisional y no del todo definitivo, que no venga, como el coronavirus, para quedarse, y ojalá regresemos al máximo a la medicina presencial.

Ahora, cuando vemos que el confinamiento está produciendo sus frutos, aunque no por igual en toda Canarias, donde la crisis generada por la pandemia del coronavirus ha incidido en la gestión de la Consejería de Sanidad y la política sanitaria y socio económica del Archipiélago, procede aplicar una inevitable reconstrucción de un sistema sanitario que ha sufrido una auténtica convulsión en los últimos dos meses y medio, y entre todos, con la coordinación del Gobierno de Canarias y el Ministerio de Sanidad y otros departamentos de la Administración Central, mejorar y reforzar la Sanidad y la Salud Pública canaria, así como atender la problemática de la salud mental por el estrés, la ansiedad y la crisis económica.

Una pandemia desconocida, que al enfocarse inicialmente como un problema "lejano" de China, que "ocultó" información, produjo en España una infravaloración inicial, y puso al descubierto algunas deficiencias en la Sanidad canaria respecto a los materiales de protección, tanto de trabajadores sanitarios como de pacientes, y a los sistemas de vigilancia epidemiológica, aspectos que urge reforzar de cara al futuro ante posibles nuevas crisis sanitarias, garantizando, además, la dotación de las Unidades de Cuidados Intensivos.

Por otro lado, la cancelación durante dos meses y medio de intervenciones quirúrgicas programadas, incluso oncológicas, supone un reto al que nos enfrentamos en Canarias, al igual que en todo el mundo, y según una de las revistas quirúrgicas especializadas de más prestigio internacional, British Journal of Surgery, por esta pandemia en el mundo se han suspendido o retrasado más de 28 millones de intervenciones quirúrgicas.

* Doctor en Medicina y Cirugía