La tendencia política del Gobierno de estas ínsulas baratarias es el reduccionismo. Ya se ha reducido en dos cabezas. En vez de bajarse los sueldos, han elegido ir tirando cargos por las escotillas. Y al ritmo que va la cosa vamos a terminar en unos pocos meses con un gobierno jíbaro: un presidente omnipresente y un consejero a cargo de todas las carteras. Provisionalmente.

En cualquier otra circunstancia, esto sería un rebumbio. Muchos estarían gritando que esta legislatura es una castaña y hablando del fracaso del pacto de los lirios. Fíjate tú: más de cinco mil millones en Sanidad y Educación, en manos del PSOE y naufragio total. Pero la oposición dispara con silenciador. ¿Saben por qué? Porque ahora mismo nadie quiere levantar al presidente de Canarias de la silla eléctrica en la que está sentado.

Como ya se veía, el gobierno de las islas se ha convertido en esas defensas en las que se apoya la inmensa mole del desinterés de Madrid cuando atraca en Canarias. El presidente resiliente ha soportado y superado con estoicismo todas las adversidades que le ha tocado enfrentar. Pero todo -incendios, calimas, quiebras turísticas o dimisiones- será irrelevante en comparación con la crisis que le espera.

Como tantas veces se ha dicho ya, el principal problema de Canarias es conseguir los recursos económicos suficientes para paliar el desastre social al que nos dirigimos de cabeza. O resucita el turismo -¡Hans, levántate y ven a jugar al golf!- o habrá que lanzarse al rescate de miles de familias expulsadas de la sociedad del bienestar. ¿ Pero con qué medios, si no hay?

Hace unos días recibimos un cristalino mensaje de Madrid. Los acuerdos firmados entre el PSOE y Podemos con Bildu autorizan a las comunidades más ricas del estado, País Vasco y Navarra, para buscar financiación y saltarse las restricciones presupuestarias. Al PNV le habían dado más financiación y más competencias. A Bildu la barra libre fiscal y el francés natural. Llueve sobre mojado. Es lo mismo que vimos con Cataluña. Una olímpica desvergüenza provocada por la urgencia política y un desprecio total al resto de los territorios que, con razón, ha cabreado a casi todo el mundo.

Si en Moncloa están ocupados exclusivamente en su propia supervivencia, con tal debilidad que ya ni se guardan las formas ¿qué podemos esperar en Canarias? Lo que hemos tenido hasta ahora: nada. La irrelevancia de las islas en esta nueva geometría variable en la que Sánchez e Iglesias navegan sus contradicciones es el puñal que terminarán clavándole en el pecho al presidente Torres. Muerte por fuego amigo.

A Canarias no se la va a tratar de manera excepcional en una crisis que en Madrid se percibe igual para todos los territorios. Nadie ha entendido que se ha derrumbado nuestro modo de vida. No tenemos la razón de la fuerza, como los vascos, ni hemos sabido convencer con la fuerza de la razón. Muy al final, nos dejarán endeudarnos y buscar dinero debajo de las piedras. Pero ya será tarde. Los hidroaviones llegarán con el monte quemado.

Cifras pesimistas

No sé cómo debemos interpretar las cifras. Los medios dan cuenta de una caída del número de pensiones que paga la Seguridad Social. En mayo se abonaron 9.754.137 pensiones contributivas, exactamente 38.508 menos que el mes anterior. No es lo normal que haya menos pensionistas. Y mucho menos normal es que haya descendido la nómina mensual hasta los 9.851 millones. Es el tercer mes consecutivo en que baja el número de pensiones. Y la caída de mayo triplica la de los meses precedentes. Si este dato se mezcla con dos meses de confinamiento, por un lado, y con que la mortalidad del coronavirus asciende en el caso de las personas mayores, por el otro, se pueden sacar conclusiones inquietantes. Unas que no les va a contar nadie en las polémicas estadísticas cocinadas que se siguen manejando en este país. Saquen sus propias conclusiones también de los datos que ha ofrecido la Cámara de Comercio de Tenerife en su informe de coyuntura sobre el primer trimestre de este año. En solo quince días de confinamiento -las últimas dos semanas de marzo- la economía de la Isla se desplomó y el comercio retrocedió un 20%. Un aperitivo de lo que nos espera de aquí a diciembre si el turismo no resucita. Los efectos ya se ven en las calles. Carteles de “liquidación por cierre” y puertas cerradas de pequeños negocios. Son las primeras víctimas, pero desgraciadamente no serán las últimas.