Que levante la mano el que no haya pensado alguna vez durante la cuarentena que el coronavirus es consecuencia de las desavenencias entre China y Estados Unidos por gobernar el mercado tecnológico. Conspiraciones aparte, la guerra silenciosa entre ambas potencias sigue vigente aunque el mundo se haya ralentizado por el Covid-19. Los chinos se han cansado y le declaran la guerra de forma pública a los americanos en medio de una pandemia mundial. Esperan que su ofensiva "les permita sentir el dolor" a América. La cosa está así. Se cumple un año desde que Google dejó de trabajar con Huawei; es decir, les quitó el sistema operativo Android con el que funcionaban sus móviles. Ahora, Donald Trump va a por los chips que dan vida a sus smartphones, tablets y dispositivos conectados y les corta el suministro de componentes. El Gobierno de Estados Unidos anunció el viernes el endurecimiento de sus reglas. Le dan a Huawei 120 días para que se busquen la vida y consigan otros proveedores. La tecnológica china reconoció que su negocio se vería "inevitablemente afectado" y admiten estar hartos del "incansable empeño americano para estrangular nuestra compañía", tal como explica el presidente rotatorio de Huawei, Guo Ping. Consideran que la decisión de Trump es "arbitraria y perniciosa" y "amenaza con socavar a toda la industria a nivel global". Ellos ya trabajan "duro para descubrir cómo sobrevivir". Y entonces, China estalló. "China prepara el mayor contraataque contra Estados Unidos". Es el titular de una noticia del diario Global Times (propiedad del Partido Comunista chino) donde se describen las medidas tomadas por el gobierno ante el cierre del mercado norteamericano. Se resume así: si tú no me vendes materiales, yo tampoco. China asegura tener su propia entity list, como se conoce a la lista negra de empresas asiáticas a las que Trump ha cortado el suministro. Cuenta el medio chino que hay muchas compañías americanas que dependen en gran medida del mercado oriental. Y menciona varios peces gordos como Apple, Qualcomm, Cisco y Boeing. El gobierno chino está dispuesto a sancionar a las empresas que suministren a Estados Unidos y puede solicitar investigaciones internas para comprobar que se siguen sus normas. El objetivo es devolver el golpe a Trump y que las medidas chinas permitan a Estados Unidos "sentir el dolor", tal como asegura We Hewwen, un exalto funcionario de Comercio y actual miembro del consejo ejecutivo de la Sociedad china para Estudios de la Organización Mundial de Comercio. La guerra está declarada.