Con el término crepúsculo aludimos a ese instante del día en el que la luz decae sin desaparecer del todo. Es el preferido de los gatos porque su sentido de la vista funciona en esos momentos mejor que en cualquier otro de la jornada. Los animales crepusculares aprovechan esas horas para cazar confundidos entre las sombras. Durante el confinamiento, si sales al atardecer, te cruzarás con personas que por su manera de moverse te los recordarán. Tú mismo, con los ojos moviéndose inquietos por encima de la mascarilla, tienes algo de vertebrado crepuscular. Hay miércoles nublados en los que todo es crepúsculo desde la mañana hasta la noche. Hoy es uno de esos miércoles afligidos. Por la ventana de mi estudio, pese a ser mediodía, entra una luz que parece tamizada por un conjunto de gasas superpuestas. Significa que no solo es pobre, sino que resulta enfermiza. Una luz envuelta en gasas, imagínensela, una bola de luz sucia que parece un tumor. A esa bola he de hacer frente cada vez que levanto la cabeza de la pantalla del ordenador. Si abandonara la silla y me asomara a la ventana, vería autobuses crepusculares y automóviles crepusculares y viandantes crepusculares atravesando crepuscularmente la ciudad.

En medicina, se conoce como "estado crepuscular" aquel en el que el paciente sufre en su conciencia una alteración reductora. La tristeza es con frecuencia el resultado de esa alteración. Ha habido a lo largo de la historia poetas que han producido sus mejores obras en una situación anímica crepuscular. En ocasiones, para cazar aciertos expresivos, hay que salir al atardecer o al amanecer, cuando el día no es día del todo ni la noche es del todo noche. En esos momentos de indeterminación existencial y de desasosiego íntimo surgen imágenes poderosísimas. No sé si ocurre lo mismo cuando es la humanidad entera la que se hunde en un estado crepuscular como en el que ahora, como consecuencia de la invasión de la Covid-19, nos hemos instalado. Angustia mucho ver esas colas crepusculares de gente que acude a por bolsas de comida a las puertas de las oenegés o de las asociaciones de vecinos. Hay épocas históricas crepusculares y nos ha tocado vivir una de ellas. Ánimo, gente.