Sabemos muy poco del covid-19 que nos persigue y de la "nueva normalidad" que nos espera en el mes de junio. La "nueva normalidad" tendrá menos prestaciones que la vieja. Una subnormalidad. Como el mundo del trabajo es inabarcable, lo que sigue intenta imaginar un paseo por la "nueva normalidad" a la hora del paseo.

El paseo será puntual

La puntualidad es la obligación de la desescalada para evitar aglomeraciones. Ni la puntualidad germánica de llegar cinco minutos antes -que usamos para el médico- ni la impuntualidad española de aparecer cinco minutos después con la que obsequiamos a los demás. Tendremos puntualidad británica, pinchados por las agujas del reloj. La cita previa fija una hora y la puntualidad es una obligación. Desaparece la sala de espera.

Veremos a los amigos, como siempre, pero de otro modo

La forma de relación interpersonal dejará de ser el corrillo sin cogerse de la mano que se estrenó el lunes con la fase 1 y que permite grupos máximos de 10 personas que guardan una distancia entre cada persona de unos dos metros. Esos corros para espacios abiertos, aceras anchas, parques y jardines, podrán comer ensaladas a partir del día 25, inicio de la fase 3, cuando abren los restaurantes. No está claro en cuántas mesas los van a sentar y tampoco si -metacrilato mediante- la cena será como una visita familiar a prisión.

La imagen de lo que viene nos la enseñó el cocinamiento: hasta el coronavirus, éramos pan casero; desde la desescalada seremos pizza. La misma masa, extendida por el rodillo. La distancia interpersonal durará hasta que llegue la vacuna y la exigirán los particulares con severidad de fumadores pasivos. Los selfis de grupo con el móvil serán en fila india.

En términos espaciales, lo mejor será ir en pareja

La distancia interpersonal y el miedo al contagio juegan en contra del nuevo emparejamiento en la "nueva normalidad". El coronavirus respiratorio es una enfermedad grave para lo venéreo, pero lo de Venus y Adonis, si nos ponemos divinos, nos ha traído hasta aquí, salvando cosas peores. Las discotecas, fase 3, reabrirán el 8 de junio con aforo limitado, cuando sus hermanos hosteleros, los bares, tengan servicio en barra con separación entre clientes. En la disco, el perreo será individual.

En el paseo siempre se encuentran conocidos

Por si acaso, no extenderé la mano ni acercaré morro o papo. Entra en crisis el saludo de contacto y se abre un periodo de oportunidad para los escrupulosos, los fríos y los socialmente torpes que se atolondran en las presentaciones y acaban haciendo la reverencia a una niña y dando dos besos a un señor o a una señora de bigotón. En términos históricos parece que no retrocederemos tanto. Los besos de presentación entre chicos y chicas se volvieron normales en la década de los años sesenta. Recuerdo a mi hermano mayor estrenando el ritual y la reticencia de mi madre.

Si el confinamiento respondió con la canción Resistiré con el Dúo Dinámico, la desescalada contestará a Víctor Manuel "¿Adónde irán los besos que guardamos / que no damos? / ¿Dónde se va ese abrazo / si no llegas nunca a darlo?". Dicho lo anterior, cuesta imaginar a las pandillas de jóvenes manteniendo la distancia de seguridad, pero dependerá de la "efusividad de rebaño" porque la zoonosis más peligrosa para los adolescentes viene precisamente de la 'cobra'.

Las conversaciones aún serán largas en la nueva era

En el confinamiento pasamos horas al teléfono. Aunque en la fase cero ya nos reencontramos con la gente del barrio y en la 1, 2 y 3 hayamos ampliado el radio de acción, seguiremos encontrando personas a las que hace tiempo que no veíamos o a las que no pudimos consolar en su momento por alguna pérdida familiar o interesarnos por su salud. También seguiremos tropezándonos con gente que estará interesada en contarnos cómo lo pasó más tiempo del que nos apetece escuchar y de lo que merece el relato en comparación con el de uno mismo o el de la media de afectados. Habrá una auténtica pandemia de rollistas, de la que será difícil sustraerse y no caer contagiado.

Cuando creamos que acabó la pandemia pelmaza vendrá la segunda oleada de los primeros segundorresidentes que lleguen a la región, con el ritmo conversador del jubilado, la alegría que les produce el reencuentro con nativos de su lugar de elección y la trova de las penurias que aún les pesen, sobre todo a los llegados del doliente frente de Madrid. Merecen nuestra paciencia, aunque no deben de atentar contra el principio de puntualidad pospandémica, que sería una conquista de país.

Llevaremos menos peso en los bolsillos

La calderilla está en la UCI y el dinero físico, en planta, por coincidencia de los consejos de los epidemiólogos y de los intereses de los banqueros. Los think-tanks de los bancos ya anunciaban la muerte del efectivo para que hasta el último céntimo circule por ellos. Habrá que elegir entre virus o bancos, entre la actual crisis y la anterior. El dilema no es fácil.

Habrá más mendigos

La crisis ha expulsado al paro a muchas personas y por más que se hayan dictado formas públicas de ayuda y organizado formas privadas de auxilio, muchas personas quedarán fuera de ellas o le serán insuficientes.

Habrá colas fuera de las tiendas

La semana pasada hemos podido hacer compras en tiendas pequeñas y desde el lunes podemos volver a salir de zaramangos, pero necesitamos, al menos, los 14 días de los virólogos para ver cómo reacciona el consumo. Es previsible que, por el aforo limitado, se vean muchas personas ante la entrada y, por la crisis económica, pocas con bolsas a la salida, por otra puerta. En la "nueva normalidad" seguiremos haciendo cola. Quizá aprendamos de una vez las normas para guardarla correctamente. Sería otra conquista. Pero la cola ya no será dentro y de serpiente ante una única cajera mientras el resto de las empleadas colocan y recolocan la mercancía con esmero. En la "nueva normalidad", ya no se oirá por megafonía lo de "Sonia, acuda a caja". Y si acude, la abrirá.

¿En el año en que no tuvimos primavera habrá verano sin rebajas?

Lo previsible es que las cadenas y grandes almacenes coloquen sus cartelotes rojos con %, pero las rebajas sirven para liquidar lo que se produjo y no se vendió y esta primavera-verano se produjo menos. También se ganó mucho menos dinero que gastar más allá de la primera necesidad a la que se limitó todo el confinamiento. En la vida anterior al coronavirus en los movimientos del banco veíamos lo que gastábamos; en el saldo de la posterior, lo que se puede ahorrar.

En ese vistazo destacan los cargos de todas las compras de entradas anticipadas y viajes incumplidos con su devolución en 'veremos'. La confianza es unidireccional y fluye del comprador al vendedor. ¿Volveremos a hacer planes a seis meses vista?

La compra por internet mostró sus posibilidades a los que nunca la habían hecho y también la frustración ante el producto final, peor de lo que parece en la página web. Sin contar las páginas de palo.

Volverá la medida de alivio más urgente

Los periodos de ejercicio y paseo de tres horas nos enseñaron que su verdadera duración la marca la autonomía de vejiga y de esfínter. No hay dónde mear, por no decir lo siguiente que son palabras y aguas mayores. Las pequeñas tiendas han abierto, pero en sus recomendaciones está "la imposibilidad de usar los aseos excepto necesidad". Se ve que hay gente que va a los aseos de la tienda por vicio. De los bares atrae la zona de carga, pero la de descarga también da motivos para entrar y permanecer. La nueva normalidad volverá a asegurar este alivio.

Tampoco habrá sitio en las terrazas los días de sol

Las terrazas que hace 40 años eran algo localizado en zonas acotadas de la ciudad ahora van a estar por todas partes, como en los últimos tras la última crisis económica, pero más. Cuentan con el apoyo de prácticamente todos los ayuntamientos, el gusto de los consumidores y, previsiblemente, la solidaridad de otros negocios, aunque no de todos los vecinos. Al no poder contentar a todos, se descontentarán los que no tengan manera de abrirse al exterior o extenderse por él.

La temperatura que importa en Canarias subirá

La ambiental, que normalmente está en el entorno de los 26 grados, tendrá menos importancia que la corporal, que no deberá pasar de treinta y seis y medio. La "nueva normalidad" dará una sociedad termorregulada, de control termométrico, con puertas que tomarán la temperatura antes de declarar en un juicio, arcos enfermera que habrá que pasar para pedir una licencia de obras o seguratas con guante de látex que disparen infrarrojos a la frente del visitante para ver qué tal está. Pasaremos de "tranquilo, la tos es de fumar" a "tranquilo, el 37,1 es una febrícula por una cistitis que cogí ayer sentada mientras estaba en?".

Volveremos a respetar los semáforos

Tendremos cuidado al poner el pie en la calzada para ganar distancia entre peatones porque va a haber tráfico. La desconfianza hacia los transportes públicos aumentará el uso del coche particular, los ciclistas pedalearán hacia su utopía, los motoristas atenderán recados de los que recelen de la calle y regresarán, aunque nadie los recuerde, todos los electropatineteros de los pasados reyes.

Salvo que los alcaldes no quieran perder el placer de sentirse poderosos cortando la circulación, los coches volverán a circular por el centro de algunas ciudades los domingos porque correr en pelotón sobrevivió al terrorismo en la maratón de Boston de 2013, pero en la pandemia está afectado por el cruce de proximidad, gotículas de sudor y respiración profunda.

Se aplaudirá menos a la Policía

Patrullará una nueva normalidad distinta a la registrada durante el confinamiento y de la anterior a la alarma. Es posible que a la ciudad en circuito cerrado se añada el ojo móvil del dron, que empezó a hablar a voces en Madrid para meter a la gente en casa. El dron es el juguete favorito del estado policial y el más repugnante elemento para el fascismo cotidiano de las distopías imaginadas hasta ahora. Para los lectores de fantasía antigua, es lo más parecido al dios del Antiguo Testamento, que pasó del 900 antes de nuestra era al año cero (aproximadamente) apareciéndose por la pequeña Tierra de entonces, de la que veía, sabía y castigaba prácticamente todo.

El proceso de transición acabará en la procesión de tránsito de lo que solía ser la primera operación salida de verano. Hay que esperar un poco más para ver cómo será el verano, aunque ya sepamos muchas cosas de cómo no será.