Una de las cosas más interesantes de las epidemias es cómo se ajusta la evolución a modelos estadísticos. Cuando se colocan en un gráfico, os casos acumulados de Covid-19 en cada región española forman una curva sinusoidal: en los primeros 20 ó 30 días hay un rápido crecimiento, la curva desde casi el suelo se eleva como una serpiente dispuesta a agredir. Entonces cambia su forma y dibuja una pendiente suave hasta estabilizarse estos últimos días. El cambio de tendencia ocurre una o dos semanas tras el inicio del confinamiento: es su evidente efecto. Se puede decir, pues, que hay dos curvas que se dividen aproximadamente el día 22 de marzo, cuando ya casi todos los casos en periodo de incubación se habían manifestado. Introduzco ahora algo técnico. Observo que las curvas se ajustan con una precisión asombrosa a un modelo de regresión: exponencial en el primer periodo, logarítmica en el segundo. Para los interesados, el R2 se sitúa entre el 0,90 y 0,98. De manera que aplicando la fórmula matemática que dibuja la curva, se acierta con un pequeñísimo error el número de casos que ocurrirán u ocurrieron en una fecha. Vemos, por tanto, la evolución natural de la epidemia y los efectos de una intervención que ha sido muy beneficiosa.

Las cosas han mejorado y la situación de crisis económica y social exigen, en todo el mundo, un cambio de actitud. Dos expertos de prestigio, el antiguo director del CDC, Dr. Frieden, y el director de Salud Publica de Bloomberg, Dr. Henning, abogan por levantar las restricciones en EE.UU. aún sumido en lo peor de la pandemia, asegurando que se fortalecen otras cuatro medidas: test masivos, aislamiento de casos, búsqueda de contactos y cuarentena de contactos.

La opción de test masivos solo es posible ahora. Cuando la enfermedad empezó a extenderse, los pocos que había se reservaban para los pacientes graves y para el personal sanitario con clínica. Ahora las cosas han cambiado y tenemos capacidad para hacer más test. Esta estrategia es posible. El estricto aislamiento de los casos también es ahora más posible dado que se ha logrado que sean pocos. Cómo hacerlo, si en hoteles, si en domicilio con todas las garantías, es un asunto a decidir quizá en cada caso.

Lo más complicado es la búsqueda de contactos. Hay muchas opciones, alguna de ellas electrónicas que irrumpen en la privacidad. Trazar contactos es un esfuerzo grande en el que se toman decisiones. Tenemos mucha experiencia con la tuberculosis. Se propone hacerlo por círculos en función de las horas que el potencial contacto haya compartido aire con el caso índice. Hay que seguir una lógica, pero el azar influye mucho. Lo más espectacular es la capacidad de contagio de algunos enfermos. Hemos visto algunos que en circunstancias similares contagiaban a más de 20 y otros apenas. Son los "diseminadores". Contratar y entrenar a trazadores de contactos es una empresa formidable. Bloomberg ha comprometido a varias universidades para hacerlo y ha donado 10 millones de dólares para ese fin. Es la generosidad de los millonarios americanos. El número de trazadores depende del número de casos nuevos. Que en España estemos ya en cifras bajas favorece esta empresa así como el aislamiento de los contactos.

También Angela Merkel propone reabrir casi toda la economía en su país: "Nos podemos permitir ser audaces". Comprendo, por tanto, que aquí haya voces que se alcen contra un confinamiento que tanto daño está haciendo a la economía y tanto sacrificio personal y familiar exige. Sin embargo, aún reconociendo la lógica de esa postura, me parece más sensato seguir la recomendación que hizo la CEE en la hoja de ruta para levantar las medidas de confinamiento. Se basa en tres criterios, bien conocidos: contención de la incidencia, un sistema sanitario reforzado para atender los casos que puedan surgir y capacidad para monitorizar ( test y trazamiento de contactos). Las dos primeras, en mi opinión fundamentales, no figuran en el modelo de Friedan y Henning. Además, se recomienda una apertura gradual que tampoco se contempla allí.

España tuvo la incidencia de Covid-19 más alta de Europa. Se ha demostrado que somos muy vulnerables, de manera que ser audaces en esta circunstancia puede ser imprudente: un rebrote llevaría nuestra tambaleante economía a un precipicio. La alta incidencia en el país se debe a que hay regiones muy afectadas: hasta 100 veces más que las que sufren menos. Es el perfil de cualquier epidemia: mientras el comportamiento es semejante, la velocidad de propagación varía. Ahora toca la convalecencia y evitar la recaída. En una situación tan nueva y cambiante se producen muchos errores y titubeos. Todavía, a pesar de todo lo que aprendimos, queda mucho por saber. De ahí que haya opiniones dispares y a veces encontradas incluso entre expertos de prestigio. Con esa reserva, creo que lo mejor es adoptar una estrategia coordinada por fases y regiones como la recomendada por la CEE, asegurando en cada etapa, con indicadores robustos, que las cosas van bien y se puede dar el siguiente paso.