Ganas y emoción. Después de casi dos meses y chichas varias me pongo los tenis para salir a correr por el Serengueti que todos tenemos al lado de casa. Es un privilegio, un deleite visual ser testigo directo de la migración de los ñus con el inicio de la desescalada. Grupos permutando su patrón de comportamiento desde el pasado domingo, justo después del cambio de estación que coincide con el discurso de Fernando Simón. Cientos de cebras, antílopes y, sobre todo, ñus que viajan entre sus casas y la calle, siempre siguiendo la estela del rebaño que hace caso omiso a las recomendaciones del rey de la selva. Aún así, pese al temor de tanta figura esculpida por Miguel Ángel ocupando los estrechos márgenes de las aceras de mi barrio, me adentro con decisión, divisando a los primeros babuinos Anubis que se tocan, juegan y comparten sonrisas en los caminos que llevan al running. El Parque es bien conocido por ellos, pero la verdadera atracción de estos días son los leones que deben velar por el respeto de las normas del Parque Nacional y no aparecen al paso de la marabunta ni a la llamada de Simba. A mi izquierda vuelan las panteras, y a mi derecha, jabalíes en tromba embistiendo al que osa entrar en su zona de confort. Estornudan y tosen con libertad, porque como buenos animales no tienen que taparse la boca en la estepa. Luego vi búfalos, jirafas y hasta cocodrilos venidos de otros municipios que escaparon de la presencia de concejales furtivos. Me comentó un simpático guía del Parque que jamás había visto tal descontrol en la sabana, que normalmente respetan su tránsito y no suelen colapsar las montañas menos escarpadas de este entorno natural convertido en cantina multitudinaria. El ñu es un miembro de la familia de los arrogantes, aunque su complexión pesada y sus cuartos delanteros desproporcionadamente grandes hacen que se parezca más a los toletes. Son algo anárquicos y desobedientes, aspecto que ha quedado perfectamente reflejado a la hora de pasarse por el arco del triunfo la norma de correr entre las 6-10 de la mañana o entre las 8-11 de la noche, una sola vez al día y de forma individual y nunca en grupo o en pareja. No todos los ñus son iguales, pero entre ellos existe la especie conocida como Cara durum, en su nomenclatura científica, que vive en zonas muy localizadas de la ciudad y que está al borde de la extinción. Este animal se diferencia de otras especies de ñus por tener la cara como el cemento. Su aspecto es muy peculiar y da la impresión de que está enfadado a pesar de no tener mal genio en distancias cortas. Son animales curiosos a los que les encanta saltar y protestar sin motivo aparente desde que se ven amenazados por alguien que les increpa o conmina amablemente al respeto de las normas. Salen en todas las épocas del año, pero especialmente en esta podrás conocerlos mejor. Después de intentar recorrer 50 metros sin tocar a ningún bendito transeúnte y esquivar gases varios, me topé con otra maravillosa especie que desde comienzos de semana está habitando nuestros parajes más cercanos: el panda rojo. Está considerado el mamífero más bello del mundo. Este gran trepador, emparentado con el Típico enteratum, pasa la mayor parte del tiempo durmiendo en las ramas, pero oye, desde el inicio del desconfinamiento ha cambiado sus hábitos para recordarnos lo agradable de su presencia. Es un animal muy sociable que vive siempre en compañía de su pareja o sus crías, y que las pasea cuando le da la gana, que para eso vive en la selva. Según los científicos, es importante conocer los límites de la ignorancia para entender muchos de los aspectos del ecosistema desconsiderado del Serengueti que todos tenemos al lado de casa. Lo que está claro es que nos hace falta más responsabilidad colectiva, tanto en la selva como fuera de ella.