En una de esas apariciones televisivas en las que aporta detalles de su vida, bien expresivos de la riqueza y variedad de sus experiencias, el cómico albaceteño Raúl Cimas ha relatado la forma como adaptó un par de habitaciones para instalar en su domicilio una parroquia de ámbito familiar. En realidad, la solución de llevarse el culto a casa no es nueva, puesto que se trata de una costumbre relativamente habitual entre la realeza y las familias de rancio abolengo. Lo novedoso, por parte de Cimas, ha sido comprender que los avances modernos en la fabricación de mobiliario doméstico de bajo coste, junto a la utilización de los sencillos sistemas de montaje puestos de moda por una conocida tienda sueca, pueden dotar a cualquiera de un beneficio espiritual que antes únicamente estaba al alcance de la aristocracia o, en su caso, de los dictadores devotos. Lo cual ha significado, tal vez sin buscarlo, una excelente respuesta al reto de garantizar la satisfacción de las querencias religiosas en una situación complicada y difícil, como es la exigencia de distanciamiento físico ante la amenaza del coronavirus o de otros patógenos por venir. Así, dada la necesidad de mantener un aforo limitado por las circunstancias, el escenario apropiado fue conseguido uniendo el salón y el despacho, lo que permite, gracias a un diseño flexible e inteligente, mantener las antiguas funciones de cada estancia e incorporar las nuevas prestaciones. Por otra parte, es posible que con una mínima planificación y un personal no demasiado especializado se puedan organizar varios turnos, lo que cubriría las necesidades no solo de los familiares que convivan permanentemente en el hogar, sino también -solicitando hora con cierta antelación- de los vecinos, los amigos y otros allegados de confianza. Tampoco sería muy difícil, sin excesivas pretensiones y con un razonable grado de austeridad, ofertar pequeñas celebraciones tales como bodas, bautizos e incluso comuniones, siempre contando con los permisos adecuados y con la aprobación de las autoridades eclesiásticas. Dado que quienes gustan de la práctica de la liturgia no pueden asistir con normalidad a los templos destinados al efecto, la necesidad de mantener cierta distancia durante la eucaristía habría sido igualmente prevista por Cimas mediante el uso de un juego popular -dicen que basado en una leyenda inca-, típico de muchos pueblos españoles. Todo lo cual, no solo puede cumplir un servicio inestimable a una parte de la comunidad, sino que abre las puertas a una actividad novedosa, que puede desarrollarse sin cruzar el portal y generar puestos de trabajo sin alejarse del barrio. La solución encontrada por Cimas constituye un magnífico ejemplo de la aplicación del conocimiento científico y tecnológico para responder a nuevos desafíos domésticos. Sostenía Ilya Prigogine que el propósito final de la ciencia era mejorar la condición humana, y que descifrar misterios podía dotarnos del conocimiento necesario para comenzar a entender los sistemas complejos. He aquí una prueba, nacida del irrepetible ingenio manchego, de que la I+D+i también puede servir para facilitar el rosario en familia.