Cristo estuvo cuarenta días en el desierto. Pero haciendo ayuno y luchando contra el demonio. No tiene el mismo mérito que hartarse de Netflix y chocolate. El tipo volvió a las calles de Jerusalén hecho un pincel y tan flaco que hasta se pudo montar encima de un burro enano, que daba hasta pena verlo. A mí la báscula me ha gritado que haga el favor de no subirme encima de nada orgánico por lo que sienta aprecio. Incluido eso.

Cristo no tenía hijos. Así que Pedro Sánchez no le habría dejado salir del desierto. Para pisar la calle, por lo visto, tienes que haberte dedicado a la procreación. Un adulto, un kilómetro, una hora.... y niños. ¿Y si no tienes ni hijos ni perros? Pues te jeringas. Mucho "ministros, ministras y ministres" pero a mis gatas se les margina como si no tuvieran los mismos derechos que esos sacos de pulgas con babas.

La gente se llama para consultarse dudas estúpidas. ¿Pueden salir dos hijos con la madre y uno con el padre? Lo de encerrarse en las casas fue fácil de comprender. Pero esto de la "desescalada" empieza a lanzar mensajes un tanto confusos. Unos proponen unas cosas, otros dicen otras y la gente se empieza a liar como la pata de un romano. ¿Y cuál es la conclusión? Que el primer día de salida con los niños se ha montado en muchos sitios un pifostio de muchísimo cuidado. Porque hay que tener muy poquito seso para pensar que después de cuarenta días y cuarenta noches los niños sueltos se iban a comportar como monjas ursulinas en el patio del convento.

Los países el mundo que mejor han funcionado contra el coronavirus han hecho casi lo mismo. Todos. Corea del Sur, Nueva Zelanda o Australia reaccionaron rápida y duramente ante los primeros contagios. Nada de "aplanar la curva". No permitieron que hubiera curva. Comenzaron a hacer pruebas masivas. Detectaron a los contagiados. Los aislaron. Y fin de la historia. Impidieron la propagación del virus. Nosotros nos lo tomamos con pachorra. Y las autoridades acabaron, tarde y mal, encerrándonos a ciegas. Sin saber cuántos contagiados había en cada una de las familias. Y ahora nos van a liberar otra vez a ciegas. Siguen sin hacer pruebas masivas. Sin saber cuántos tenemos el bicho sin síntomas. Cuántos lo hemos pasado.

Lo malo con el plasta del coronavirus es que tiene lo que en la radio se llama "retardo". Lo que dices hoy se escucha dentro de veinte o treinta días. Hay un riesgo potencial de que tengamos que volver al desierto. Caer en un bucle de confinamientos. Pese a los felices mensajes oficiales, hay fuentes que señalan que el número de contagios en España -de acuerdo al número de fallecidos- debe andar entre los dos y los cuatro millones de personas. Muchos de ellos, asintomáticos están paseando otra vez, felices e ignorantes, por las calles. Ese demonio pequeño, verde y con antenas, ha estado en el desierto con nosotros y ha salido de nuevo. No tiren voladores.