Me acuerdo de una cita que me encanta e intento llevarla siempre conmigo: "la crispación es el antídoto de la seducción".

Y el liderazgo tiene mucho de atracción, como sabéis nos seducen aquellas personas con las que nos identificamos, con las que compartimos percepciones y han establecido con nosotros vías de conexión que generan valores empáticos.

En la situación que estamos viviendo, los liderazgos están despojados de secretos, porque no hay secretos, no hay manual a donde dirigirse, nuestra gestión no puede contrastarse con gestiones anteriores, porque no ha existido una realidad anterior y similar que podamos recordar, que exista en la mente del electorado.

¿Y entonces ahora? Pues estamos en una habitación llena de espejos, desde donde nos valoran y perciben desde todos los prismas, no tenemos lugares de escape, y además tenemos que desarrollar acciones muy rápidamente. Reconducir las situaciones como cuando nos miramos a un espejo y recolocamos nuestra postura física€¡Aquí y ahora!

El valor de un liderazgo auténtico no es solo la gestión de las situaciones, es el valor de la visión, de marcar el camino más adecuado, de anticipar mediante la estrategia la vía de escape más segura, de construir nuevos seguidores constantemente, de ser el referente a dónde miramos cuando estamos perdidos, la luz en medio de la tormenta, el faro en la niebla, el lugar seguro, esa mezcla de cabeza y corazón que nos sostiene.

Y yo me pregunto, ¿cómo pensáis actuar en esta nueva situación?, ¿estamos en guerra? No creo que estemos en guerra, al margen de que sean estrategias de marketing político, aplicadas y con éxito; en esta ocasión considero que la estrategia va hacia un bipartidismo, que aumentará por parte de la ciudadanía, buscando el refugio de lo que es interpretado como seguro, conocido y estable.

La estrategia de guerra funciona para la ciudadanía porque tendemos a percibir e interpretar que la guerra es sobrevenida, sobre la que nuestro locus de control está alejado de cualquier gestión responsable, bien de estado o sociedad. La percepción de estar en guerra nos libera de cierta responsabilidad. La consultoría política que se sitúa por encima de cualquier aplicación de estrategia política empaquetada conoce que, incluso "en guerra" siempre hay una estrategia que está por encima del campo de batalla, son los valores, esos valores que te sacan de las trincheras, por seguir con ese discurso de guerrillas.

Esos valores habitualmente afloran en soledad, esos valores están por encima de asesores, de manuales, de disputas internas de partidos, de inestabilidades, ese es el espejo al que se enfrenta el líder, desnudo, cuando nadie lo ve, cuando sale de una comisión, de un pleno, del congreso, esa conversación que mantiene a solas, eso que sabe que es verdad y a la vez siente que se encuentra atrapado, convenciéndose de que el camino más adecuado es continuar en el que estဠEl hábito de cuestionarse asuntos y decisiones, aunque tres asesores te digan que estás en el camino correcto, es necesario. Hay que seguir el instinto, el valor y ¡actuar!

Estoy segura de que si las negociaciones se iniciaran desde los valores individuales de cada líder político tendríamos unos resultados más amplios y unos acuerdos de mayor calado.

La diferenciación entre repercusión y reputación es clave. Observamos imágenes, tweets, estilos de discurso que pueden llevarnos a resultados altos en notoriedad, lo que tenemos que plantearnos es si nos conduce a niveles altos de reputación, ¡ahí esta la clave!

¡Despertemos desde 11 tips!

1. Liderazgo resiliente y especializado.

2. Ideas por encima de ideologías.

3. Discursos cortos acompañados de conciencia emocional.

4. Mensajes directos y muy estructurados, siempre en primera persona.

5. Hablémosle a la ciudadanía, desde la ciudadanía y a plena luz del día, cuidemos nuestros horarios para comunicar lo importante.

6. Cambiemos el lenguaje de guerra por uno compasivo.

7. Proyectemos optimismo y futuro, ¡visión!

8. Equilibremos nuestros equipos asesores, añadiendo y ampliándolos con especialización.

9. Cuidemos la simbología, todo comunica, incluso hasta el color de una corbata€

10. El cambio se producirá desde la individualidad hacia la generalidad, centrémonos y exportemos el estilo de las políticas municipales.

11. Llevemos nuestros valores individuales a nuestras acciones y acuerdos.

Leía un titular estos días, que decía: "Mi alcalde me representa, es el hombre que ha convertido las calles de Madrid en su propio despacho". Y recordé aquella cita que dice: "El cerebro te dice a donde ir y el corazón te permite llegar a ese lugar".

@EtikMaite

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