Hay gente que nos tiene ganas. Solo así se explica que un instituto australiano de investigación haya calificado a España como el país que peor ha gestionado la crisis sanitaria del coronavirus. Todo porque llegamos tarde, porque tenemos el récord de contagios entre el personal sanitario, porque se nos olvidó aislar las residencias de mayores o porque no existen suficientes medidas de protección. O sea, unos fallitos de nada.

El problema es que no comprenden lo que nos ha pasado. Cuando uno se hace comprador en internet tiene que pagar inevitablemente el costo de las novatadas. Es lo que hay. La selva tiene sus leyes y las plataformas de compra también tienen las suyas. Una de ellas, por ejemplo, es que de Madrid a Canarias no mandan ni una caca de perro. No me pregunten, pero no quieren saber nada de las aduanas de este bello paraíso fiscal. Por algo será.

Por ejemplo, si compras en China -que al contrario que Madrid sí manda a Canarias- tienes que saber algunas cosas importantes. Por ejemplo que la talla L de un pantalón chino te entra solo hasta la rodilla. Tienes que pedir una XXXL que sería el equivalente a un pantalón normal aquí. Lo mismo te digo de las chaquetas. La primera que compré se la regalé al bebé recién nacido de un amigo. Y luego, por supuesto, hay chistes que hablan de "cuando lo pedí en Aliexpress y cuando lo abrí en casa". Porque es frecuente que te compres un ventilador ultramoderno, con una pinta que tira para atrás, y que descubras que te han mandado un chino con un abanico.

El Gobierno de España se ha columpiado ya cuatro o cinco veces. Se ha gastado millones de euros comprando mascarillas inservibles y pruebas del coronavirus que no funcionan. Un mes y pico después de que nos metieran en las casas a punta de bayoneta, ni hay mascarillas seguras para los sanitarios ni, por supuesto, para todos los ciudadanos. Ni se cuenta con suficientes pruebas fiables para que podamos saber quién está contagiado y quién no. Es normal que cuando compras en las redes, si no estás muy ducho, te la metan doblada. Pero uno esperaba que esas cosas no le pasaran a un Estado. En realidad eso de que te den gato por liebre nos pasa a todos, incluso, en las compras que hacemos en nuestro propio país. Por ejemplo, hay muchísima gente que compró a Pedro Sánchez y a este gobierno porque pensaban que necesitábamos un impulso social para que todos viviéramos mejor. Y a las pruebas me remito. Estamos encerrados a la fuerza en nuestras casas, viendo cómo cierran las empresas y cómo perdemos nuestros puestos de trabajo. Y allá a lo lejos escuchamos el ruido de una ola enorme. Una crisis económica que nos va a ahogar en la peor de las miserias. El otro día vi al pesado de Rajoy, en la tele, corriendo, como siempre, y se me rayaron los ojos.