Cada vez que el Gobierno sale a explicar algo, sube el precio del pan: ayer, la ministra portavoz, María Jesús Montero, volvió a liarla a cuenta del anuncio sabatino de Pedro Sánchez sobre que los niños podrían salir "un rato" a disfrutar del aire libre. Porque resultó que no, que de aire libre nada: dijo la portavoz que los niños no podrían salir a pasear a la calle descontaminada y sin coches, ni dar un paseo por un parque, ni nada similar. Eso sí, podrían acompañar a uno de sus progenitores cuando este fuera a comprar al súper o a hacer gestiones al banco. Algunos nos quedamos pasmados: ¿Cuál es exactamente la gran novedad? Los niños ya podían salir a acompañar a sus progenitores al banco, a la compra o a cualquier actividad, si los padres no tenían con quien dejarlos en casa para hace esas gestiones, una condición que afecta no sólo a las familias monoparentales, también a aquellas en las que el padre o la madre trabaja y es el otro quien se ocupa de los niños.

No parece tener mucho sentido que Sánchez diga emocionado un sábado que se va a autorizar que los niños salgan un rato a pasear, y tres días después el Consejo de Ministras (y ministros) decida que de eso nada, que sólo podrán hacerlo para acompañar a los padres cuando salgan a comprar. Pero ya saben ustedes que la historia no acaba ahí.

La decisión del Consejo, absolutamente inexplicable y en contra del criterio del comité científico asesor del Gobierno (partidario de que los niños puedan dar un pequeño paseo, y respirar aire fuera de casa), provocó un monumental y generalizado cabreo de las familias con niños (ayer tarde ya había decenas de miles de críticas en redes sociales, menos mal que la Guardia Civil ya no tiene que encargarse de minimizarlas, porque no daría abasto), y también la contundente contestación del presidente de la Sociedad Española de Pediatría, que salió presto a decir que el riesgo para la salud de que un niño vaya a un sitio cerrado es superior que el de ir a un parque. Parece esa una cuestión de sentido común, que cualquiera con dos dedos de frente puede entender. Tanto que Echenique adelantó que la ministra portavoz se había columpiado y luego -casi corriendo- apareció tras Echenique el ministro Illa, que -efectivamente- le hizo el mentís a su colega de Hacienda: los niños podrán salir (de momento) a pasear con sus padres. Pero serán paseos cortos y cerca de casa. Pues muy bien. No me negarán lo raro que resulta que dos políticos del mismo Gobierno y partido, reunidos en un mismo Consejo, no se enteren igual de lo que se decidió. (Es una ironía: ahora será una orden de Sanidad la que rectifique el decreto).

A estas alturas, uno no sabe ya qué es mejor: si tener un Gobierno que no para de equivocarse (un informe situaba ayer la gestión española del coronavirus como la peor del mundo?), o tener un Gobierno que somete sus decisiones en materia de seguridad sanitaria a los test sobre opinión pública que Iván Redondo hace con restos de posos de café y entrañas de ocas. En fin, que sería bueno que nos aclaren lo de hoy (y ya de paso nos expliquen también la vergüenza de la segunda compra fallida de test rápidos, para reemplazar los 640.000 que nos colaron; y también la adquisición de las 400.000 mascarillas de pega que han obligado a aislar a más de mil sanitarios contagiados y a someter a diagnóstico a decenas de miles más?). Y también nos vendría bien, si es posible, que nos cuenten por qué este Gobierno tiene una portavoz a la que Podemos corrige casi cada vez que habla.