Ya tenemos foto de la escena del crimen. La riqueza de España, este año, se hundirá en porcentajes que no se veían desde la posguerra. Podemos perder hasta 160 mil millones en la producción de bienes y servicios. O sea, más de diez puntos de PIB. Y el paro escalará hacia el techo de los seis millones.

¿Y Canarias? Una masacre. Con la extinción del turismo, las islas pueden perder una tercera parte de su PIB, que es un batacazo como un día de fiesta. Y llegar al medio millón de parados. La necrosis del tejido productivo será, en algunos casos, irreversible. ¿Cuántos hoteles canarios podrán aguantar diez meses sin ingresos? ¿Cómo sobrevivirán las compañías aéreas y marítimas a la caída de viajeros y mercancías? ¿Cuántos autónomos desaparecerán engullidos por la crisis de ingresos?

El Gobierno español está pagando ahora mismo unos 400 millones mensuales de los ERTE y los parados en las islas. Y parece claro que va a tener que seguir haciéndolo durante todo este año. Los despidos temporales -si no hay turismo- se van a transformar en definitivos. Con la pérdida de doce millones de visitantes a las islas -es decir, de más de doce mil millones de ingresos turísticos- el año 2020 será el de la muerte del modus vivendi de Canarias. Será la quiebra de hoteles, restaurantes, cafeterías y comercios que viven del turismo, pero también la muerte para muchas industrias y productores agrícolas que van a perder su principal mercado.

España va a sufrir una profunda crisis económica. Y de las crisis se sale. Canarias, en cambio, se enfrenta a una quiebra de su modelo productivo. A la muerte del monocultivo turístico, que va a tener efectos devastadores mucho más intensos y prolongados que los de una recesión económica. La crisis aquí no va ser una "V", ni una "U". Va a ser una serpiente que se muerde la cola. Un círculo vicioso de pobreza sin salida. Va a ser una "O" que tiene la forma de la tapa de alcantarilla por la que vamos a descender al averno. O nos inyectan un dineral de Madrid o a finales de este año nos recogen con una palita. El desastre no solo se llevará por delante a la tienda de la esquina sino que pone en riesgo la propia supervivencia de unas instituciones públicas concebidas para alimentarse de la abundancia y que ahora están en peligro de muerte por inanición fiscal.

¿Volverá el turismo? Algunos expertos aseguran que sí, aunque tardará lo suyo. Habrá que obtener una vacuna para el coronavirus o en su defecto, un tratamiento eficaz. Habrá que superar las dificultades económicas y los sobrecostos que soportará Europa para salir de la recesión económica. Y solo entonces, masivamente, la gente empezará a pensar de nuevo en unas vacaciones

Sin turismo no hay paraíso. Nuestras playas desiertas, nuestros negocios cerrados. Que los dos millones de pasajeros, por favor, se dirijan ordenadamente hacia los botes salvavidas. ¿Que no hay? Vaya, qué mala suerte. ¿Pero no íbamos a diversificar la economía?