Resulta un poquito cansino. Pero el agua de la ciénaga es así de turbia. Cuando los dos concejales de Ciudadanos, Juan Ramón Lazcano y Matilde Zambudio, apoyaron un pacto con el PSOE para hacer alcaldesa de Santa Cruz a Patricia Hernández, para unos fueron traidores y para otros héroes. No eran ninguna de las dos cosas.

Ahora está pasando exactamente lo contrario. Juan Ramón Lazcano, uno de los dos electos de Ciudadanos, ha decidido abandonar su acta de concejal, con lo que la lista correrá dando paso a Evelyn Alonso. Y en el entorno del PSOE consideran que Alonso no solo no va a aceptar un acuerdo con los socialistas, sino que será absolutamente hostil. Y la jodimos, tío Ambrosio.

Como es obvio, la izquierda ha ocupado inmediatamente el puesto del muerto en el entierro que antes tuvieron los de Coalición. Si la versión 1.0 fue que los socialistas habían seducido a los dos concejales de Ciudadanos con gabelas políticas y cargos bien retribuidos, la 2.0 de hoy es que a Lazcano le han hecho una mejor oferta los de Coalición con tentadoras propuestas profesionales. De Evelyn dirán tres cuartos de lo mismo. De héroes a villanos en un pispás. Y viceversa.

Lo que pasa es que hay una vida real más allá de la visión sectaria de los intereses políticos. Zambudio y Lazcano apoyaron un pacto con el PSOE porque, por supuesto, les convenía. Les daba poder e influencia con un partido "novato" en el poder municipal. Decir que dos políticos hacen lo que más les beneficia no es descubrir la pólvora, precisamente. Les trajo problemas internos con su partido, Ciudadanos, pero nada que el tiempo y la mercromina no termine arreglando. Como hemos visto tantas y tantas veces en Canarias. Y ellos lo sabían.

¿Pero qué ha pasado para que Juan Ramón Lazcano haya cambiado de opinión? Pues que la realidad rara vez se corresponde con los sueños. El concejal llegó al Urbanismo municipal con la ilusión de transformar la ciudad, pero se encontró con las manos atadas.

Los encontronazos con sus aliados socialistas fueron cada vez más frecuentes. Quería hacer el edificio del aparcamiento público de Las Teresitas exactamente donde dicen los técnicos que hay que hacerlo: pero no le dejaban. Quería hacer un desarrollo hotelero en los alrededores de la playa: pero tampoco podía. Tenía ideas nuevas sobre muchas cosas, pero es difícil enderezar lo que viene torcido desde hace tanto tiempo. Lazcano se encontró cada vez más solo y decepcionado. Y se dio cuenta de que la política tiene poco que ver con el sentido común. Se fue desencantando al mismo ritmo con que el equipo del PSOE fue descuidando la tarea de mantener vivas sus relaciones con alguien que era fundamental para mantener el pacto. Por ese profundo desencanto de Lazcano, que había contado a su gente más próxima, su decisión no ha sido romper el pacto y pasarse a una alianza con Coalición -maniobra que han hecho muchos antes que él- sino mandar la política a freír muchas puñetas.

El seis de marzo AC (Antes del Coronavirus) en esta columna, Houston, tenemos un problema, se contaban algunas claves de los desencuentros de Lazcano con sus socios de gobierno. No eran de dominio público, pero ya se empezaban a filtrar por las primeras grietas. El equipo del PSOE no valoró adecuadamente la frustración de Lazcano y su creciente decepción. Y Patricia Hernández, que en su día se trabajó a pulso su propio pacto, ocupada ahora en las cosas del poder, tampoco se ocupó de los desconchados.

Evelyn Alonso, la que será nueva concejal de Ciudadanos, tiene en sus manos el bastón de mando de Santa Cruz si apoya un acuerdo de Coalición y el Partido Popular. Ahora cobran sentido aquellas informaciones que sugerían que Manuel Domínguez, el presidente popular tinerfeño, estaba teniendo "conversaciones" con Matilde Zambudio. En política todo es posible, pero no parece muy probable que la concejal de Ciudadanos decida acompañar a Patricia Hernández en su más que probable viaje a la oposición.

La política socialista es dura de pelar. Y ya se está moviendo para intentar resistir. Que nadie lo dude. Pero el disparo de la carrera para su censura política ya ha sonado. Y la bala va directa al corazón del PSOE.