"Vamos a decapitarte chota, soplón". Así se despertó Martín Lezcano antes de dirigirse a trabajar a la redacción de un modesto diario en el centro de Culiacán, en Sinaloa. No llega a los 500 euros mensuales, pero desde niño soñó con emular las hazañas periodísticas de Rosario Castellanos, Julio Hernández López o Ignacio Ramírez. Sin embargo, la realidad de un obrero de la información dista mucho del glamur de las grandes industrias periodísticas. En su cubículo huele a tacos al pastor y pulque. Recibe cientos de correos para cubrir los asesinatos cotidianos en los tenebrosos rincones de una ciudad controlada por el Cártel de Sinaloa, famoso por el Chapo Guzmán y por un equipo de segunda división llamado Dorados que entrenó Maradona. Martín es uno de los miles de periodistas que se encuentran bajo amenaza de muerte en México por realizar su trabajo. Cada tecla es una sentencia, cada apunte un blanco perfecto, y cada publicación, un día menos. Rubén Pat, director del sitio digital Playa News, en el Caribe mexicano, fue asesinado después de haber sido detenido, amenazado y torturado por policías. El periodista Jorge Ruiz fue asesinado a balazos en el municipio de Actopan, en el Estado de Veracruz. El reportero, que trabajaba para El gráfico de Xalapa como corresponsal en esta localidad, ya había denunciado amenazas y había sido atacado en varias ocasiones. De las 1.140 investigaciones relacionadas con la libertad de prensa que se han emprendido en México entre el 2010 y el 2018 a nivel federal, solo un 0,83% han terminado en una sentencia condenatoria. El pasado año, Édgar Navas, editor de La verdad de Zihuatanejo recibió varios disparos, también relacionado con su actividad periodística. Rogelio Barragán, director del portal de noticias Guerrero al instante fue hallado en el maletero de un coche en la localidad de Zacatepec, en el Estado de Morelos. Ejemplos del peso de la violencia que soporta la prensa local en Méjico, que carga con vidas inocentes por el hecho de creer en el derecho a la información. En las principales plazas de las ciudades del país, reporteros y fotógrafos mexicanos llevan a cabo desde hace varios años diferentes pintadas en el pavimento para lanzar un #SOSPrensa con el objetivo de dar visibilidad a los asesinatos y amenazas a periodistas. Los resultados no han sido los esperados, con una alarmante inacción y persecución durante la administración del presidente Enrique Peña Nieto. La llegada al poder de López Obrador abrió una pequeña esperanza, aunque desde el Gobierno admiten que "el mecanismo de protección para los activistas y reporteros del país presenta fallos tecnológicos y de coordinación entre las autoridades (periódico El País)". Sin embargo, los datos siguen marcando una realidad demoledora en América Latina: 49 periodistas asesinados, 57 secuestrados, 389 encarcelados. Ese es el balance del más reciente informe de Reporteros Sin Fronteras (RSF), que destaca la situación de América Latina y, en particular, la de Méjico, con 10 víctimas, el mismo número que en Siria. "El país azteca registra el mayor número de asesinados en 2019 sin encontrarse en conflicto bélico, tantos como Siria en guerra. Además, la probabilidad de que los autores de los asesinatos sean juzgados algún día es casi nula, ya que el país también se distingue por su tasa de impunidad de crímenes cometidos contra periodistas, que supera el 90%", explican responsables de RSF. Periódicos, televisiones y radios siguen siendo el objetivo de organizaciones criminales. Las series de Netflix están muy bien, pero la realidad muchas veces supera la ficción. Escribe si te atreves.

@luisfeblesc