En el tiempo que tardas en leer este artículo, debían haber aterrizado en Canarias unos 500 clientes, dispuestos a que una parte de su riqueza se convirtiera en la nuestra; pero en este mismo tiempo, no vendrá ninguno, ni la semana que viene, ni el mes que viene€ Nos preguntamos cómo será la recuperación, por los costes de esta crisis, por nuestra capacidad de resiliencia, por nuestra capacidad, sin más. Pero, sobre todo, nos preguntamos cuánto durará esto, porque no se terminará de golpe, y, por tanto, la recuperación turística será necesariamente escalonada y, por más que quisiera equivocarme, lenta

Las respuestas son complejas; estamos en un contexto conocido como VUCA, caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad (un término acuñado por la US Army War Collegue tras la guerra fría).

Siempre dijimos que el turismo en Canarias fue el último en entrar en las distintas crisis y el primero de sacarnos de ellas, pero ahora, con todos los esquemas saltando por los aires, nos inundan las dudas de que esto pueda volver a ser cierto.

Algunas de las claves que tendremos que seguir muy de cerca tienen que ver con los clientes, los gobiernos y los agentes turísticos.

A nadie se le escapa que, desde Canarias, no tendremos un gran capacidad de influencia en lo que harán o no 15 millones de clientes europeos, lo que harán o no los gobiernos de los mercados emisores o el nuestro, o lo que harán o no, las líneas aéreas o los turoperadores.

El cliente va a querer seguir viajando, aunque es probable que cambien muchos de los hábitos de consumo. Además, si le dejan, va a querer seguir viniendo a Canarias y en particular, a Tenerife, porque somos un destino excelente, consolidado, diverso, seguro y competitivo. Claro que habrá un problema de confianza y un porcentaje que quede "tocado" por el virus, turistas que tendrán reticencias a viajar, muchos que preferirán quedarse cerca de casa, en su país (una oportunidad para el turismo nacional). Otros, directamente no se podrán permitir unas vacaciones, porque desgraciadamente, sus ingresos no se lo van a permitir.

Respecto a los gobiernos, nos preguntamos cómo afrontarán la apertura de fronteras, cuanto durarán las restricciones al viaje, para entrar y para salir. Si las medidas de confinamiento social se endurecerán o se prolongarán en el tiempo (especialmente en Reino Unido, nuestro proveedor de riqueza número uno), las consecuencias para nosotros se complicarán.

Los operadores

Se avecina un mapa aeronáutico distinto, más concentrado y miedoso; ya hay aerolíneas que han anunciado que elegirán rentabilidad a crecimiento, lo cual a destinos de media distancia como el nuestro, nos hará daño, pues las operativas a corta distancia generan más rotaciones y por tanto más rentabilidad. Habrá menos turoperadores y a buen seguro querrán negociar a la baja sus contratos con nuestros hoteles, a la vez que, sospecho, viajar será más caro en 2021.

Y, en medio de estos 3 grandes protagonistas, estamos nosotros. Infinidad de empresas y trabajadores, una economía cuyo oxígeno es turístico, que debe concentrarse en aquello que sí puede cambiar, que es, a sí misma.

Nos toca mejorar a rabiar nuestro destino, nuestros espacios naturales, nuestra costa, nuestras infraestructuras, mejorar nuestras empresas, apoyar sin complejos desde lo público a nuestras pymes, mejorar la formación, la innovación y, si cabe, lo que siempre nos ha hecho mejores, nuestro trato al turista.

Nos toca ser pioneros protocolos sanitarios en toda la cadena de valor del turismo para generar confianza y seguridad en el destino, para que la recuperación, que será paulatina, sea paulatinamente rápida.

Nos toca apoyar a las líneas aéreas que dudarán donde y cuando retomar la actividad, nos toca diseñar una promoción inteligente, que exprima la enorme demanda contenida que existe, nos toca cuidar al máximo la relación con nuestros clientes, nos toca renegociar muchos contratos, con generosidad y talento patronal (sería más que deseable una buena estrategia de bloque, de nuestros hoteleros, ante/junto turoperadores y líneas aéreas).

Y la buena noticia es que tenemos buenos mimbres para ello. Tenemos un destino maduro y excelente, que debe mejorar de la mano de empresarios, trabajadores del sector y administraciones.

El turismo es con nitidez la única palanca que puede sacarnos de este atolladero, siempre lo ha hecho, nunca nos ha defraudado y ahora, directamente, no nos puede fallar. Y todos debemos estar a una con este objetivo.

Porque mañana, y pasado mañana, ¿saben qué?... volverá a salir el sol, un sol que ilumina nuestras islas y que volverá a iluminar la sonrisa de millones de turistas... y la nuestra.