Es asombroso, pero muchos, ni por asomo, hubieran imaginado hace escasamente unas semanas que algo como lo que está ocurriendo pudiera ocurrir de verdad. Y, sin embargo, está pasando. El sector del automóvil, como tantos otros, se enfrenta a una situación realmente inédita. Salvo en periodos de guerra, el sector automovilístico nunca se había enfrentado a algo así, teniendo además en cuenta el relativo peso que tenía esta industria entonces en el mundo que en nada se asemeja al actual. En los informes que remite nuestra Federación (Federación Regional de Empresarios Importadores y Concesionarios de Automóviles, Fredica) hemos visto cómo prácticamente todas las fábricas de automóviles y de su industria auxiliar, no solo españolas, sino también europeas como a nivel mundial, se han visto obligadas a cerrar sus puertas. ¡Qué contraste!, cómo empezábamos el mes de marzo y cómo lo hemos terminando. A principios de ese mes, los representantes de ANFAC, encabezados por su presidente, se sentaban con el presidente del Gobierno de España para plantear un plan de actuación para la automoción en perfecta línea con todas las propuestas que ha venido defendiendo este sector, que ya antes de la crisis del Covid-19 comenzaba a dar signos de retroceso.

En una entrevista en una emisora nacional, De los Mozos, presidente de ANFAC, señalaba, refiriéndose de perfil al tema del coronavirus que comenzaba a tener relevancia, que los fabricantes españoles estaban planteando alternativas para su abastecimiento, ya mediante el transporte de piezas por tren desde China, como planteándose la contratación de camiones con tres conductores como, incluso, fletar aviones para el transporte de piezas. Desafortunadamente de nada ha servido el voluntarismo del presidente de ANFAC pues, desgraciadamente, la existencia de un mundo tan globalizado y súper conectado, como estamos viendo, expande virus, noticias y miedo a la velocidad de la luz. A día de hoy prácticamente todo el sector está parado, las fabricas como la industria auxiliar han ido cerrando una detrás de otra. El decreto del estado de alarma ha paralizado igualmente toda la actividad de distribución con las consecuencias en el empleo que ya conocemos. El panorama ahora -y previsible a corto plazo- puede ser desalentador, sobre todo en Canarias, donde su economía depende del sector turístico, que tiene un peso en torno al 35% sobre el PIB. Señalo este dato porque, cuando se levante la cuarentena y se reinicie la actividad, en regiones como la canaria, donde en estos momentos estamos a nivel turístico cero, la recuperación podría ser más lenta respecto a otras que no dependen tan directamente de esta actividad o simplemente tienen una economía más diversificada. Esto va a repercutir directa e indirectamente en muchos sectores. En el sector del automóvil porque, en el esfuerzo de recuperación, después de la parada de la actividad económica general, se dejará notar el bajo nivel de compras, tanto por parte de las empresas como de los particulares, pues de entrada lo primero que se tendrá que comenzar a recuperar es la confianza. Directamente también, porque la marcha del turismo en Canarias estaba siendo fundamental para los operadores del sector que venden flotas a las empresas alquiladoras, operaciones que estaban significando en torno al 25% del total del mercado.

Con un carácter más general, además, en Canarias el levantamiento de la cuarentena va a coincidir con la temporada baja del turismo y a diferencia de lo que ocurre en otras zonas turísticas de España, el turismo nacional no tiene el peso que debiera en esta comunidad. Si la incertidumbre respecto a la expansión del Covid-19 no se disipa en los países europeos emisores rápido, no se podrá contar tampoco con ellos, al menos hasta otoño. Se podrá tener una afluencia baja entre los meses de junio a septiembre de 2020, centrándose las esperanzas en la nueva temporada de invierno 2020-2021, con la incógnita de cómo reaccionarán los consumidores de los países emisores entonces. En estas circunstancias, previendo el principal motor de una economía ralentizado ¿qué podemos hacer? Parece que la administración podría jugar una baza importante, pero los niveles de carga y las necesidades financieras necesarias para mantener las pesadas estructuras administrativas que soportamos en España y Canarias supondrán un fuerte inconveniente para pensar en la administración como salvavidas, además del fuerte endeudamiento al que vamos sin remedio. Sin embargo, sería exigible que todos arrimaran el hombro. Mantendrán su empleo los trabajadores de aquellas actividades que pese a la crisis seguirán con su actividad. Pero igualmente los funcionarios públicos. Ese 60% del PIB de nuestra comunidad debe apoyar nuestra economía, que no quiere decir que haya que machacarlos a impuestos (que serían en todo caso para todos) sino que estos colectivos tienen que ser, dada su situación, a los que se tiene que animar para generar consumo y evitar cierres de actividad.

Las administraciones deben reducir, que no eliminar, su carga tributaria sobre ciudadanos y empresas, permitiendo aportar mayor liquidez a los ciudadanos y no reaccionar como en la crisis financiera de 2008, donde hicieron precisamente lo contrario, aumentar la presión fiscal, como hizo el gobierno autónomo, subiendo dos puntos el IGIC, o como hicieron las corporaciones locales, incrementando impuestos como el IBI. Se trata de ayudar a la economía, no solo salvar el presupuesto financiero de todas estas entidades, que deben realizar los ajustes presupuestarios precisos con la determinación de prioridades. Si no existe un tratamiento eficaz que contenga el virus o no se descubre una vacuna de manera inmediata, esto se presenta complicado. Tanto en un caso como en otro, parece que se está trabajando a destajo y con desarrollos de inteligencia artificial para obtener resultados a corto plazo, pero ese corto plazo es demasiado largo para los problemas que estamos planteando. Mantener a una población como la canaria, española o europea confinada más de un mes y medio sería simplemente insostenible y generaría problemas de una enorme magnitud de todo tipo. Es por ello necesario que los políticos, que están tomando decisiones relevantes en estos momentos y muy difíciles sin duda, piensen muy bien ciáles deben tomar, puesto que las decisiones por repetición de lo que hacen otros en otros lugares, con otras circunstancias, tal vez no sean válidas aquí. Los empresarios del sector del automóvil, como de otros muchos sectores económicos, tienen la esperanza de que esto pase rápido, que desaparezca primero este grave problema de salud para, igualmente rápido, comenzar a generar actividad devolviendo la ilusión y el ánimo a miles de ciudadanos.