Emilio Racionero Menasalvas no era el articulista perfecto. Ni lo pretendía. Su firma estaba muy cercana al pulso de la realidad cotidiana y respondía a la vocación de servicio de un periódico como EL DÍA, para el que escribió con distintas etapas durante décadas hasta finales de 2018 y antes de una breve etapa en La Opinión de Tenerife. Secretos del éxito de Racionero, que siempre tuvo su público, y del medio. Puedes estar o no de acuerdo, pero los reconoces como fuentes fiables porque se han ganado el respeto. Pegados a la realidad de la gente del pueblo -canario y tinerfeño- en el sentido más profundo del término. Además de escribir o publicar lo que nunca esperabas que fueran a escribir o publicar.

Racionero supo entender como pocos el latido real y popular de su tierra de adopción y residencia. Desde su atalaya era reconocible pese a las distintas ubicaciones que tuvo su espacio en la estructura de la sección de opinión del periódico. Siempre acertado a la hora de remedar a la calle en el devenir cotidiano y diario. Y no es fácil.

Peninsular y funcionario. Factores que tal vez hagan pensar en una distancia de la realidad social isleña al escribir, pero fue todo lo contrario. Quizás, otra hipótesis, a causa del contrapeso que supuso construir aquí su familia y su vida.

Siempre mantuvo Racionero entre líneas su ideología socialista a la hora de enfocar cualquier asunto, aunque con los años se alejara del Partido Socialista Obrero Español, en el que llegó a militar. En determinados momentos servía de contrapeso a la opinión oficial y oficialista. Porque Emilio Racionero siempre mantuvo otra cualidad: la independencia a la hora de expresar su opinión. Y siempre desde la defensa de los valores, con la defensa de la familia y en compromiso con la sociedad.

Curtido durante décadas como trabajador de Cepsa, destacó por su compromiso social. Era un articulista que prestaba su oficio para dar voz. En pocas palabras.