Desde el 27 de marzo se puede ver en la plataforma Netflix la película El sumiller, un retrato que compagina el estilo costumbrista con un cierto toque rompedor. Se encuadra dentro de los dramas familiares y las historias de superación personal y, en atención a ese aspecto, la narración es correcta y las interpretaciones, efectivas. La trama tal vez adolezca de un grado de intensidad y los personajes de un mayor empaque para captar el interés del espectador. No obstante, como melodrama cumple con las expectativas y ofrece una visión diferente de las luchas intergeneracionales, raciales y sociales.

Debuta en la dirección Prentice Penny, californiano con alguna experiencia en la producción de series televisivas y que se estrena como cineasta con esta apuesta amable por una cinta tradicional en las formas y muy medida en el tono. Los problemas que sufren los afroamericanos en Norteamérica, los derivados entre padres e hijos y la eterna lucha por abrirse camino en la vida por los propios medios se proyectan de un modo afable, sin riesgos ni fórmulas transgresoras, pero con la seguridad de mantener un nivel mínimo de calidad. El realizador no ha asumido excesivos riesgos ni se ha aventurado por caminos poco transitados, pero aun así logra concluir su proyecto con un aprobado alto.

El joven Elijah sueña con convertirse en maestro sumiller, aunque su padre cuenta con él para que se haga cargo del negocio que regenta en Memphis, un restaurante que fundó su abuelo y que es famoso, sobre todo, por sus costillas. Según una norma no escrita, parece que la tradición impone el paso a la siguiente generación y, si bien en un inicio, el muchacho intenta compaginar ambos objetivos, las tareas le resultarán incompatibles. A costa de un gran enfado con su progenitor, se decanta finalmente por el mundo de los vinos, lo que le supone un enorme coste económico y sentimental. El destino tampoco se lo va a poner fácil, ya que la enfermedad de su madre y el ambiente elitista asociado a su futura profesión le colocarán varias veces a prueba.

Para tratarse de una opera prima, El sumiller es una obra detallista y sensible que opta por reflejar una visión esperanzadora del drama y, además, proporcionar algunas dosis de consuelo cuando la tristeza del relato se hace presente por momentos. Se echan en falta más aportaciones de los personajes y un mayor revulsivo en determinados aspectos de la narración, cuyo ritmo se desarrolla pausadamente. Ni siquiera la amplia selección de canciones de hip hop es capaz de quebrar el permanente tono sosegado del metraje. Sin embargo, ello no es óbice para calificar la historia como creíble y honesta, y considerarla un notable comienzo para un futuro cineasta.

Su protagonista, Mamoudou Athie, ha intervenido con papeles secundarios en títulos como El círculo (compartiendo cartel con estrellas de la talla de Tom Hanks y Emma Watson) y El candidato, dirigido por Jason Reitman y con Hugh Jackman encabezando el reparto. Ahora mismo se encuentra rodando la tercera parte de Jurassic World. El actor Courtney B. Vance, cuya filmografía es más conocida, interpreta a su padre. Nominado a los Globos de Oro en el apartado de televisión por su actuación en American Crime Story, ha participado en La caza del Octubre Rojo, de John McTiernan, Space Cowboys, de Clint Eastwood o Mentes peligrosas, de John N. Smith.

En el apartado femenino figuran Niecy Nash, con una amplia carrera televisiva y que para la gran pantalla ha intervenido en Adivina quién y Una vida a lo grande, y Sasha Compère, vista brevemente en Ad Astra.