No sabemos qué pasará después de la cuarentena por el Covid-19 y que salgamos de casa. Tan solo que cambiarán los hábitos y deberes de los ciudadanos para mejorar la convivencia, así como una tendencia a estar vacunados o inmunes a la enfermedad para no ser mal mirados socialmente.

En cualquier caso, los pasos serán graduales. Cines, gimnasios, transportes colectivos, reuniones públicas, conciertos, bares, restaurantes, colegios, universidades u hospitales entre otros, tendrán que adaptar sus medidas de acceso e higiene.

La sanidad pasará a tener una prioridad rotunda en nuestra vida, por lo que se exigirán mas garantías y mayor eficiencia por parte de los ciudadanos, tanto a la sanidad pública como a la privada.

En general, cambiará la forma de socializarnos, con impactos culturales que debemos afrontar con actitud constructiva para evitar la radicalización social, el incremento desproporcionado del escepticismo, la xenofobia, los desplazamientos económicos y sociales masivos o el nivel de deuda o déficit público.

Separando el grano de la paja. La realidad contrastada frente de la propaganda maliciosa. Otra vez, Europa está en la encrucijada y las actuaciones de la Unión Europea y del Banco Central Europeo deben orientarse al apuntalamiento de las políticas económicas de los Estados miembro y, en segundo término, pero no menos importante, a cohesionar Europa ante el cierre de fronteras exteriores e internas.

Físicas y mentales

Por ahora, el Banco Central Europeo ha regado de liquidez a la banca y la Unión Europea ha autorizado a los Estados, mediante un documento marco, a conceder hasta 800.000 euros brutos por empresa, otorgar anticipos y ventajas fiscales selectivas, con cargo a los presupuestos de cada uno, flexibilizando la política de avales públicos y evitar la morosidad interempresarial o el excesivo aumento del paro estructural.

Vienen tiempos donde capear la recesión y apuntalar los cimientos de una recuperación sostenible y cohesionada, serán las prioridades presupuestarias, así como garantizar la permeabilidad de estas ayudas hacia los autónomos, las pymes y las grandes empresas por separado y no se queden, exclusivamente, en las entidades que intermedian el mercado financiero.