Los días van pasando y los afectos dejan de tener dudas. Junto a la esperanza, no muy lejos, está la responsabilidad del amor. He descubierto que junto a las desgracias se simplifican las penas y me he dado cuenta de que lo que antes llamaba "problemas" eran cosas banales. ¿Cómo vamos a pensar de ahora en adelante? Para llegar a comprender el verdadero sentido de la vida, hemos tenido primero que sentarnos junto a la sencillez, y después ver en grande la ilustración de la muerte. Resulta paradójico ver que en casa no nos aburrimos; por lo visto (opinión subjetiva) el ideal de bienestar que teníamos, a día de hoy, empieza a estar transfigurado. Con determinación hemos eliminado casi todo (me refiero al ocio y los placeres), nos hemos compaginado todos (cosa impensable en otras épocas) y somos felices con muy poco. Díganme: ¿cuánto les dura un billete de 20 euros en el bolsillo? Creo que nuestras acciones son el significado impulsado en su momento por nuestros padres y abuelos... Sí, los mismos que durante años nos hablaron de austeridad. Las redes sociales están inundadas de fotografías en los fogones, de personas jugando en familia al bingo, de padres leyendo cuentos e incluso muchas mujeres se están decantando por el ganchillo. Es curioso, al reconocer la muerte tan de cerca, lo que antes tenía finalidad, ahora no le damos importancia. Y de esta manera, junto al imperativo de la realidad (nos estamos dando cuenta) de la anatomía de la vida. Creo que de todos los "órganos" me quedo con la cabeza y el corazón. La cabeza para pensar en las personas que quiero y el corazón para amarlas... El amor es igual que una viña, no tiene dos racimos iguales. Podemos amar al vivo y al muerto, además, en el mismo plano.

La primavera pasa silenciosa por la calle, y aunque el sol sale con fuerza, todo es una experiencia constante de frialdad. Con tristeza, creo que determinadas imágenes sobran, miro al cielo y le digo a los difuntos: sois divinidad destinada a verse desnuda por las circunstancias y sangre inocente de la que ha bebido el destino. Siempre estaréis en nuestros corazones... ¡Maldito coronavirus!