Dijo Federico García Loca: "Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo".

Con frecuencia, no nos damos cuenta de que los hogares son almacenes de sinceridad. Desde niños somos la disposición que se alegra al salir a la calle y llora al quedarse en casa. Pero, ya ven, muchas veces junto a las desgracias aparece el valor para comprender (además sin onsentimiento) lo injustamente despreciado y repudiado durante la vida. Los hogares, desde hace unos días, son la única forma que puede ver nuestro pensamiento; la calle (durante días) será un recuerdo obstinado que poco a poco irá razonando y convertirá el aburrimiento en afición

y la desgracia en semejanza. Y, puestos a entender, no es mala idea darse cuenta, que la desventura tiene dos caras... Sí, la mala y la buena. Reconozcamos, con urgencia, la buena, y veamos lo que somos capaces de hacer junto al desesperado grito de la tragedia y el dolor. Los hechos son indicadores que razonan por ellos mismos, y reconocen con sinceridad, lo que por pena no se puede expresar de una manera ordenada. Hay situaciones que nos disponen a los cánticos, sé que desde muchos balcones lo están haciendo. ¿Saben? Entre las notas musicales podemos sentir el abrazo común. Sigamos así, sí, siendo el instrumento que consuela de balcón a balcón y otorga alegría a la pena. El aislamiento es un silencio que mal construido puede acabar en un manicomio. Por lo tanto, es importante hacerlo bien desde el principio... Sin duda, son tiempos de rechazar y además con severidad, todo aquello que no sea confidencia de humanidad. Sin preámbulos, debemos ocupar todos los corazones y con arrojo, querernos los unos a los otros. Es fundamental no sentir la impotencia de la soledad... La disgregación por ideologías debe dejarse a un lado y remar todos en la misma dirección.

Todos somos fecundos, cada uno de una manera; preñemos los hogares de ingenio y convirtamos las vivencias en nuestra mejor obra. Todo está cerrado, es el momento de abrir de par en par nuestros afectos y ser fuego que calienta conservando la resistencia. A veces, junto a la blandura del sueño, podemos escuchar el cansancio. Es importante resistir y dejar a los fantasmas en el trastero. O mejor aún, sacarlos al contenedor de la basura.