Empezamos la semana con noticia. Una voz de mujer nos ha dado la clave del origen del coronavirus: es un mensaje que nos lanza la Naturaleza para cargarse a los viejos, porque hay demasiada gente mayor y muy pocos niños. Así que es normal que el planeta se haya cabreado y nos haya mandado una pandemia gerontocida. Había que hacer algo para equilibrar la balanza. Lo ha dicho en una entrevista radiofónica Elizabeth Merino, una perspicaz concejal de Juventud de Somos Lanzarote-Nueva Canarias, en Arrecife. Un rival imbatible para los que quieran competir al Premio Nobel a la declaración más estúpida del año.

Cada día que pasa el número de contagiados aumenta de forma imparable. Y los ciudadanos asisten a la profunda contradicción de unos gobiernos que dicen una cosa pero se comportan de otra. El virus se extiende porque es inevitable. Pero también porque las autoridades no se aclaran. Empezaron diciendo que nos estábamos enfrentando a una especie de gripe. Que no cundiera el pánico y que no pasaría nada. Y repentinamente toman decisiones tan drásticas como poner en cuarentena un hotel con más de mil personas. O toda una región en Italia. Medidas brutales de aislamiento que no se hicieron con ninguna otra enfermedad reciente.

¿Creen ustedes que es normal poner en cuarentena a mil personas por una gripe? ¿Que es normal sacar de la cola del embarque de su avión a tres ciudadanas italianas que intentaban volver a su país? Eso no lo hemos visto hacer nunca antes de ahora. Lo que está ocurriendo es inédito y ha elevado el miedo de los ciudadanos a cotas nunca vistas.

Esto no parece una gripe, como nos dijeron. Ni de lejos. Ni un bichito que se cae al suelo y se mata, como decía aquel ministro con el aceite de colza. Porque si lo fuera no estarían actuando de una manera tan alarmante. Los gobiernos están intentando que el miedo a la pandemia no cause estragos en la economía. Pero van de culo. El miedo es muchísimo más poderoso que los mensajes tranquilizadores. Las bolsas se desplomaron ayer otra vez. Los efectos en el turismo y el comercio son ya demoledores. Y todas las previsiones económicas hablan de una crisis imparable.

Como se suele decir, una no puede estar medio embarazada. O lo estás o no lo estás. Y con las medidas contra la pandemia parece que pasa lo mismo. Lo de las actuaciones proporcionales no funciona y lo que va a pasar en España se está viendo en Italia. No se pueden permitir concentraciones de miles de personas en fiestas, conciertos o espectáculos y esperar que no pase nada. Ni que funcionen los colegios, universidades o grandes centros laborales. O esta enfermedad es una más de las muchas que padecemos o no lo es y se declara el estado de excepción. Que es hacia donde estamos derivando, paso a paso. Y todo por un virus que, según las autoridades, no revestía una importancia extrema. La gente tiene toda la razón para estar mosqueada.