En este año que llevo en el equipo directivo de Cáritas ya me he dado cuenta, no solo de su existen-cia, sino de su poder devastador. No solo impiden el paso de quienes desean emigrar las concertinas de las vallas de Ceuta o de Melilla, sino esas otras invisibles que surgen de los procesos burocráticos, casi infinitos, que la administración establece para regularizar los procesos de acogida de quienes, no siempre por gusto, emigran de sus países de origen huyendo de la muerte o del hambre. Lo que deben ser procesos al servicio de las personas se convierten muchas veces en una carrera de obstáculos que agrava la ya delicada paciencia de un emigrante.

Esta expresión se la escuché al responsable del servicio jurídico de Cáritas estando en la acera del Edificio El Cabo, donde sé que muchos abogados asumen, de oficio, la atención de estas personas experimentando en carne propia las dificultades de estos procesos, el agobio compartido por las fechas y los plazos. Concertinas burocráticas.

Durante mis estudios nos decía el profesor de Derecho fundamental que cuando tuviéramos un papel entre las manos sintiéramos el documento. No es solo un papel, un certificado, un sello..., es una persona. De la misma manera que un médico debe ponerle rostro a una historia clínica para comprender la verdad del problema que atiende, un empleado público debe ponerles rostro a esos documentos y certificados que son, para algunas personas, de mayor valor que la alfombra para Aladino. No es un número, es una persona.

Hay que cumplir la ley, está claro, pues vivimos en sociedad. Pero es verdad aquello que proclamó hace dos mil años Jesús de que "el sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado", entendiendo el Sabat como el paradigma del cumplimiento de la Ley mosaica. Siempre la persona, la persona en el centro, al servicio de la persona... Los demás serán desagradables concertinas.

Siempre me ha llamado la atención la cantidad de papeles que supone la firma de una hipoteca ante notario entre un cliente y su banco, y con qué agilidad la entidad financiera gestiona todo y lo rápido que se produce la concreción de dicho crédito. Se ve que cuando se quiere la agilidad es posible. Espero que nunca se retrasen estos procesos, pero sí sería deseable que se agilizaran los que tienen la esperanza de la persona excluida como objetivo y desaparecieran las concertinas burocráticas del todo.

@juanpedrorivero