Cuando, hace ya décadas, se empezó a advertir que los malos hábitos alimenticios de las modernas sociedades llevaban aparejados importantes problemas sanitarios, se insistió en que la beneficiosa dieta mediterránea nos salvaguardaba de esos males propios de las sociedades opulentas. Pero la comida es la dimensión cultural de la alimentación, un reflejo de cómo vivimos y pensamos. Por eso, no es de extrañar que, en cuanto la prisa y la cultura del mínimo esfuerzo empezaron a convertirse en el paradigma de nuestro modo de vida, nos hayamos dejado invadir por la comida rápida, rica en grasas y azúcares, con sus nefastas consecuencias. Y deshacerse de ella no va a ser tarea muy fácil. Un neurocientífico, Matthew Hill, de la Universidad de Wisconsin, analizó las reacciones bioquímicas en el cerebro de unas ratas, a las que se administró distintos tipos de dietas. Las que recibieron una elevada en grasas quedaron "enganchadas" y cuando se les retiró la dosis de grasa desarrollaron síntomas similares a los del síndrome de abstinencia que sufre un drogadicto cuando se le priva de su dosis. Y la verdad es que muchas personas utilizan la comida para calmar sus angustias, tensiones y el vacío interno que experimentan. Preocupante. Porque estamos llenos de adicciones. La última, el "Trastorno por Atracón", caracterizado por la presencia de episodios repetidos de ingesta compulsiva, con la sensación de pérdida de control y arrepentimiento. De hecho, la mayoría de las personas manifiestan que se encuentran solas, tristes o estresadas y con los atracones intentan aliviar la sensación de tensión y el vacío interno que experimentan. Además, como son muy recurrentes y no hay conductas compensatorias, tales como el vómito, suelen tener sobrepeso y, en ocasiones, obesidad franca. La verdad es que el asunto es muy complejo y no se va a poder salir de ese círculo vicioso ansiedad-comida-culpabilidad-ansiedad hasta que no se descubran los detonantes emocionales y se aprenda a controlarlos adecuadamente. Debemos tener presente que se trata de un desorden alimenticio relacionado con la incapacidad de estas personas para gestionar sus emociones, lo que les lleva a tener una relación insana con la comida. Por eso, es necesario un soporte psicoterapéutico para tratar de llegar a la causa que les lleva a comer compulsivamente. Y, dada su problemática, no debemos menospreciar lo que conlleva y que, según los expertos, lleva camino de convertirse en la alteración más frecuente de la conducta alimentaria.