Fue en 1946 cuando el entonces primer ministro británico Winston Churchill pronunció un célebre discurso en la Universidad de Zúrich (Suiza), considerado por todos como el primer paso hacia la integración europea durante la posguerra, si bien por todos es conocido que el Reino Unido no se incorporó como país fundador sino más adelantado el proyecto, en 1973.

Oficialmente celebramos el Día de Europa cada 9 de mayo, pues ese día, en 1950, el ministro francés Robert Schuman en su célebre discurso proponía el plan diseñado por Jean Monet para integrar y gestionar en común la producción franco-alemana de carbón y acero, y alejar el espectro de la Guerra sobre Europa. Ahora bien, entre el final de la guerra y la Declaración de Schuman hubo otras razones de mucho peso que obligaban la integración.

En primer lugar, la conciencia de los europeos de nuestra propia debilidad, debido a que las dos superpotencias de la época, Estados Unidos y la Unión Soviética, tenían un poder económico, político y militar muy superior al heterogéneo conjunto de nuestros empobrecidos Estados europeos. En segundo lugar, la convicción de que había que evitar por todos los medios la vuelta a un enfrentamiento entre estos Estados, pues las dos guerras mundiales se habían iniciado como guerras civiles europeas y nuestro continente había sido el principal campo de batalla en ambas. La unidad era el camino para alcanzar la paz.

En tercer lugar, y muy importante, el deseo que permanece hoy entre muchos europeos de crear un continente más libre, justo y próspero. Ni nos engañemos ni podemos bajar la guardia, en aquella Europa devastada la adopción de una política de libre comercio se convirtió en una condición básica para que cualquier país recibiera la ansiada ayuda económica norteamericana. Eran tiempos de Guerra Fría y de la Doctrina Truman de frenar la expansión del comunismo. Fue precisamente ese el motivo que llevó a EEUU a promover la creación de una organización europea centralizada que administrase y organizase el reparto de la masiva ayuda económica del Plan Marshall.

Recuerdo los orígenes liberales de la Unión Europea, porque me da la impresión de que a veces se quiere ver en Europa a la gallina de los huevos de oro que nos salve de la miseria sin esfuerzo, y me preocupa porque hoy ni están detrás los americanos, ni el Banco Europeo hace magia, ni el presupuesto de la UE es ilimitado. Afortunadamente tampoco estamos en aquellos tiempos y en muchos países podemos hablar de una moderada estabilidad social y económica que bajo ningún pretexto podemos permitirnos el lujo de perder.

Toda esta introducción es necesaria para hablar de lo mucho que me ha dolido como canaria vivir en directo y desde Bruselas la salida del país que tantas relaciones comerciales ha tenido con nuestro archipiélago. Me lo han oído decir muchas veces: si hay un territorio profundamente europeísta, ese es Canarias.

Basta con recordar las numerosas relaciones comerciales. Mucho antes de que ilustres visitantes como Agatha Christie, Humboldt, los Beatles, o Clementine Hozier y su esposo sir Winston Churchill, fueran la antesala de nuestro actual desarrollo turístico, nuestro sector agrario y vitivinícola, nuestros afamados caldos ya nos habían situado en el mapa, sonábamos ya en su ilustre literatura y, precisamente, el corazón financiero de Londres llevaba el nombre de "Canary Wharf". Una puerta con Canarias, un importante muelle construido para recibir la caña de azúcar, el vino, la cochinilla, el tomate, el plátano y las papas.

Así lo demuestra nuestra histórica balanza comercial. Desde que Canarias se incorporó a la Corona de Castilla, nuestros mejores clientes fueron los ingleses: en el siglo XVI con el azúcar y en el XVII con el vino. Nuestros puertos los construyeron y mejoraron ilustres ingenieros, pero que nadie dude de que quienes más los han usado han sido los ingleses y sus navieras.

No es la primera vez que comparto la anécdota en torno al viaje que Alfonso XIII hizo a las Islas en 1906, junto al ministro de Gobernación, el conde de Romanones. Tras ser recibido por la colonia inglesa y en un acto aseguró sorprendido que "no entendía cómo Canarias se hubiera mantenido siendo española a pesar del peso económico que tenían las familias británicas".

Nadie puede dudar, y así lo ponen de manifiesto numerosos estudios, que las relaciones entre Canarias y Reino Unido a lo largo de la historia han contribuido al desarrollo económico, social y cultural de nuestra tierra. En su momento como diputada autonómica, muchas veces intervine para llamar la atención de nuestro Gobierno sobre ello, tanto en Pleno como en la Comisión de Asuntos Europeos y Acción Exterior, y así quedo recogido en las actas o grabado en las sesiones.

Instaba y sigo instando a adelantarnos para suavizar las consecuencias que en Canarias tendrá la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Mucho me temo que tenemos por delante largos meses de negociaciones y debemos ser proactivos en el proceso de desconexión, estar alerta ante la negociación de temas vitales para nuestra comunidad autónoma, como turismo, comercio exterior, mercado laboral e inmobiliario, o inversión extranjera.

Hace ya dos años que propuse medidas en este sentido al Gobierno de Canarias, y me consta que se pusieron manos a la obra desde entonces, si bien inauguró dicha oficina hace unos meses cuando todavía era Consejera autonómica, la actual y única Ministra de Canarias, mi excompañera en la Mesa del Parlamento como Presidenta Carolina Darias San Sebastian, quien a la vista está que escuchaba y para bien nuestras intervenciones.

Efectivamente, la firma de un convenio de colaboración con el Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) nos ha permitido estrenar despacho comercial, es decir, abrir una oficina del Gobierno de Canarias en el Canary Wharf. Lo dije en mi intervención de entonces y lo sigo pensando: una oficina que no esté al servicio del Gobierno, sino al de las relaciones comerciales entre Canarias y el Reino Unido.

Nuestra tierra cuenta con enormes ventajas a la hora de invertir, gracias a los beneficios derivados del Régimen Económico y Fiscal (REF) y de las oportunidades que ofrece la Zona Especial Canaria (ZEC), además de la inigualable situación geoestratégica del Archipiélago dentro de Europa, que puede ser un atractivo para atraer inversiones inglesas camino de África.

Canarias ni debe quedarse al margen ni detrás. Nuestra historia de siglos justifica que debamos hacer valer un tratamiento especial, pues un tercio de nuestro PIB actual podría tener bandera del Reino Unido. Me consta que desde las delegaciones del nuevo comienzo de relaciones UE-PostBrexit, existe interés mutuo de seguir cerca de Canarias y de España. Debemos estar encima de forma optimista, pues las oportunidades pueden aparecer o algunos deseamos que aparezcan, si bien debemos estar también preparados para todos los supuestos.

Está claro que nuestro futuro sigue siendo europeo y que los ingleses están respondiendo a los cantos de sirena americanos. Aparentan ver hoy más estrecho el amplio canal del Atlántico, que el estrecho canal de la mancha. Precisamente mi deseo es que en ese inmenso Atlántico sigan teniendo devoción por estos archipiélagos de latitud más al sur pero donde siempre se les ha respetado.

En ese futuro europeo que defiendo, confío en saber conservar nuestra ancestral anglomanía.