Los palmeros cambiamos el simún del desierto por la nube blanca y perfumada del talco; trocamos la alarma por los graves incidentes ocurridos en la región y los anuncios agoreros ante un suceso infrecuente por la divertida y loca evasión de un lunes marcado desde hace más de medio siglo en nuestro imaginario sentimental. Para la crónica local los Indianos de 2020 serán los de la calima, cuando el Archipiélago batió en conjunto todas las marcas de insalubridad del aire, según la Organización Mundial de la Salud. Y se recordarán porque, con todo y contra todo, se resolvieron llegadas y alojamientos para una multitud ávida de jolgorio, gracias a la decisión, hospitalidad y paciencia proverbiales; y el programa de actos y regocijos se cumplió de acuerdo con lo esperado y, acaso, con más ganas por las fundadas amenazas de suspensión. A Galguén, una atalaya sobre las Breñas y el Atlántico, me llegan noticias de distinto tenor; desde varios destinos, isleños y peninsulares, las quejas de innumerables viajeros frustrados por no poder llegar al evento y de algunos, pacientes aún durante toda la jornada, a la espera de la última oportunidad de tomar un avión tras la apertura del espacio aéreo; de la capital, colgada al bullicio, me reclamaron los amigos habituales en el lugar de costumbre.

De la fiesta íntima, casi familiar, de los años sesenta hemos pasado a un hito que, desde meses antes, copa hoteles y plazas de alquiler vacacional y obliga a las compañías aéreas y navieras a reforzar sus servicios; de las parrandas de amigos hemos saltado - y el escalón es alto - a docenas de bandas y grupos que, durante una jornada inolvidable, traen sones, danzones, congas - y claro, la bullanguera derivación de la salsa - a todas las plazas y rincones donde es posible bailar; y de un modesto número carnavalero, nacido como la ocurrencia de un año de posguerra, cuando se hablaba de Fiestas de Invierno, a una cita de multitudes y a uno de los mayores reclamos canarios en estas fechas.

A cuantos los vivieron o vieron en los medios, Los Indianos mostraron su poder de convocatoria, el ingenio y el lujo que los acompaña y la convicción con la que los pueblos defienden las tradiciones que merecen la pena. Contra pronósticos, riesgos e incomodidades, la edición de 2020 será recordada como el colosal y bullicioso sarao que, para acentuar su fama, discurrió en las horas de mayor contaminación del planeta.