¡Vaya fin de semana! ¿Han visto las calles? Lo de los carnavales, parece una alegría extraviada destinada a hacer el tonto sin remordimientos. Cuando nos amparamos en la tradición dejamos de ser la vergüenza que no se mueve a ningún lado... Sé de muchas personas (yo la primera) que hacemos el tonto todos los días del año. Y fíjense en qué agua se disuelve la hipocresía, que a los que hacen el tonto por carnaval le ríen las gracias, y a los que lo hacemos siempre nos critican. No se necesita ser erudito para darse cuenta que los desilusionados por los complejos y los prejuicios viven aplazando sus deseos. Durante todo el fin de semana he visto a hombres vestidos de mujeres, a mujeres vestidas de mariposas; también he visto a bestias lascivas (sonrío) tocándose las tetas de plástico compradas para la ocasión. La realidad es más inteligente que muchos libros, nos muestra (además sin cautela) las consecuencias de la voluntad contenida y aplazada. ¿A caso de la noche a la mañana uno se vuelve así? No seamos ingenuos y pretendamos no ver obviedades... Nuestra sociedad está ideada para reconocernos en grupo; pocas personas son la fuerza que no modifica el pensamiento para acoplarlo a nada, ni a nadie. Imagínense que un lunes cualquier alguien se viste de mariposa (por apetencia) y se va a dar una vuelta por su cuenta. No es necesario decir lo qué pasaría... Es necesario ver que junto al castigo del prejuicio se apoya lo que cede por falta de personalidad. Hagan el bobo con tranquilidad, sin esperar a carnaval; las fantasías no vividas a la larga son angustias que desvanecen el color de nuestros días y los convierten en grises. Todas las inquietudes (por absurdas que parecen) nacen con ganas de huida. De nosotros depende no dejarlas marchar.

No se preocupen por las opiniones ajenas; muchas críticas son la rubrica del hombre que aspira a libro de vivencias y no pasa de cuartilla en blanco. Es importante sentir estima por la vida y aumentar las vivencias, indudablemente, cualquier día podemos ser adoptados por la muerte y nos arrepentiremos de no haber más el tonto.