Por la noche, al sacar la basura, coincidí en la calle con un vecino que salía a pasear. Le dije que no tomara el camino de la derecha, pues estaba muy oscuro debido a una avería de las farolas. Pero no me hizo caso y lo vi perderse en la negrura urbana. Al día siguiente, me enteré de que había muerto. Deduje de mis cálculos que cuando hablé con él ya era un difunto que se dirigía sin duda al más allá. No creo en estas cosas, pero cuando pasan, pasan, te las creas o no, qué le vamos a hacer. En fin, que fui al tanatorio para dar el pésame a la familia y seguí haciendo averiguaciones acerca de la hora de su muerte en un intento de echar abajo la situación paranormal en la que me hallaba envuelto. Pero no hubo manera: había exhalado su último suspiro minutos antes de que coincidiéramos a las puertas de nuestras casas.

Esto sucedió hace una semana y desde entonces he procurado, en mis paseos, evitar el camino que tomó el difunto. Pero ayer noche, empujado por una tentación morbosa, salí a dar una vuelta a la manzana internándome en él. La avería de las farolas ya estaba reparada, pero hacía una niebla londinense que difuminaba los contornos. Al poco, me tropecé con una muerta que había sacado a pasear a su perrito, también muerto: un caniche negro del tamaño de un puño. Sé que estaban muertos los dos porque esas cosas se notan cuando uno ya está advertido. La saludé con un "buenas noches" al que no respondió, pues parecía no haberme percibido. En esto, el perrito difunto hizo en la acera unas cacas fúnebres que la mujer muerta recogió con una bolsa de plástico transparente y ajada.

Me extrañó, claro, hasta que recordé haber leído en algún sitio que algunos recién fallecidos, ignorantes de lo que les acaba de ocurrir, siguen haciendo las mismas cosas que las que llevaban a cabo en vida por pura inercia. Pensé en acercarme a la señora para decirle que dejara de recoger las cacas, pues tanto su mascota como ella pertenecían ya a otra realidad. Pero no me atreví. Me dio un poco de apuro, no sé. Después me pregunté si yo mismo no estaría muerto también, por lo que volví apresuradamente a casa, donde mi mujer, afortunadamente, me saludó con un "hola" completamente normal. Y así hasta hoy.