Todos los tiempos y formas del verbo bajar se reducen cada lustro al participio, eso sí, sustantivado y, a veces, con el artículo por delante. El reconocimiento de este estado de emoción y prisa, de ilusión y sueño, lo abrió un acto simbólico en el hermoso entorno de Las Nieves, concretamente en El Morro, una atalaya con notables vestigios benahoritas, donde, el primer día de 2020, se izó la blanca Bandera de María, rito que, según parece, se cumple desde la primera celebración lustral en 1680.

En las últimas fechas, la Diócesis Nivariense, que, con el pueblo llano, es la protagonista central del programa, madrugó en la presentación de su programa religioso, con la presencia de monseñor Bernardo Alvarez, y la distribución de un alegórico cartel que, en una línea clásica, dibuja la figura de la Patrona de La Palma y los palmeros, entornada por los pórticos del Real Santuario, donde recibe culto secular, y de la parroquia matriz del Salvador, donde reside cada quinquenio y en ocasiones de calamidades, rogativas y glorias.

El lema elegido para este año, al que se refirieron el párroco Concepción Checa y el obispo Álvarez Afonso, "María, ternura de Dios", no solo es un acierto lírico en la amplísima literatura mariana, sino también un ajustado retrato del sentimiento común de todos los isleños, sea cual sea su sensibilidad, posición social y política y lugar de residencia; todos la ven, la sienten y la recuerdan como una razón de concordia, como un indiscutible espacio de coincidencia, como una fuente inagotable de ternura, el más alto valor de la maternidad.

Un príncipe de la Iglesia -al que frecuenté en la Transición- se asombró ante el fervor y rol cívico de la señera advocación en nuestra isla. Años después, curiosamente como párroco de la Basílica Papal de Santa María la Mayor, donde nació el culto de Las Nieves, supo, con asombro y agrado, que la mitad de los municipios palmeros, con mayorías políticas distintas, la habían declarado Alcaldesa Perpetua; y, hoy, desde el luminoso ámbito donde se encuentra, sabe que la totalidad del territorio le reconoció ese honor sin sombra alguna de debate, porque la historia y la fe, a veces, este es nuestro caso, caminan juntos.