La Hacienda canaria tiene pensado subir los impuestos con una fiscalidad verde. Da igual el color del collar del perro: lo que importa es si muerde. Y los impuestos siempre hincan el diente en la cartera de la gente que va por la calle pensando que a ellos no les llegará la dentellada. Luego sí que la notan cuando le suben el litro de gasolina del coche o la factura de la luz o el precio de la guagua.

El gobierno ha dicho que va a castigar a las actividades más contaminantes. Se trata, dicen, de luchar contra el cambio climático. Así que echemos un vistazo: ¿cuáles son las principales actividades contaminantes de la macarronesia guanche?

Pues, para empezar, la producción de electricidad. Desde hace mucho tiempo quemamos todos años miles de toneladas de fueles que expulsan a la atmósfera otras miles de toneladas de CO2. A nuestros queridos amigos de Endesa les va a caer la del pulpo, lo que previsiblemente se trasladará a la factura que pagamos religiosamente todos los usuarios. O lo que es lo mismo, que se encarecerá el consumo energético en Canarias. El futuro es de las renovables -como bien nos dan la paliza todos los días- pero el presente es de los fueles que vamos a pagar los tontos útiles que estamos al final de la escala contributiva.

Otro gran contaminador oficial es el sector del transporte. Los aviones, barcos, camiones, guaguas, taxis y vehículos privados. Ahora mismo, un litro de gasolina vale realmente menos de la mitad de lo que pagamos en la estación de servicio. El resto son impuestos. Y subirán. Si se va a castigar a las actividades contaminantes, el transporte es candidato olímpico a aguantar por el lomo. O sea, todos nosotros. Y como en Canarias no hay alternativas a las guaguas y los coches, pues a pasar por el aro. Y a ver lo que les va a caer a Binter, Armas y Fred Olsen. Porque los apretones fiscales irán a parar al precio de los billetes de los usuarios, como es natural. El que contamina paga. Y el que viaje también pagará.

¿Y los demás contaminadores? La agricultura y la ganadería -sí, las plantitas y las vaquitas- son responsables de la emisión de una parte importante de gases de efecto invernadero. Pero en Canarias son inocentes. Tiene un peso tan escaso en la economía que mejor los absolvemos. ¿Qué van a contaminar si casi ni se notan? Lo mismo que la industria. Antes teníamos la refinería de Cepsa para darle hasta en el carné de identidad. Pero ya se murió la burra del tío vinagre y ahora quedan media docena de gatos que contaminan casi menos que la humareda de los coches oficiales.

No sé yo si va a ser buena idea apretarle más el cogote a la gente en un año donde pueden venir mal dadas. Si el turismo no va bien, el paro sube y Madrid no suelta las perras que esperamos, meter un nuevo impuesto verde puede ponernos morados de pura asfixia.