Decir "trabajar" como verbo solo le corresponde al ser humano. Sin embargo, en no pocas ocasiones aplicamos la acción a otros seres vivos. En este sentido, las hormigas y las abejas son un modelo de trabajo organizado en el que el esfuerzo individual contribuye al bien de todos. Una hermosa parábola de la vida social. Un hermoso paradigma de la labor de humanización de lo real. Trabajando para mí lo hago para el conjunto. Lo que cada uno realiza beneficia a la totalidad. Todo trabajo, si es digno, es un bien. Y duele saber que hay tanta gente entre nosotros que no consigue un trabajo. La falta de trabajo es el peor de los males. Hemos de cuidar y procurar este derecho y esta necesidad.

El responsable espíritu de trabajo. Es cierto que el espíritu social de solidaridad nos sitúa en una perspectiva más amplia, pues hay quienes no pueden trabajar, por incapacidad personal o por falta de trabajo, y no por ello hemos de privarles de lo imprescindible para su sostenimiento digno como personas. Pero esta frase de una de las cartas de Pablo de Tarso se refiere a quienes "están muy ocupados en no hacer nada" pudiendo y debiendo hacerlo. Esa burgués actitud de que trabajen otros que yo estoy cansado. Existe la tentación de no hacer nada. Y lo oímos cuando alguien expresa lo que haría de ganar un sorteo de Lotería o de acertar los números de la Primitiva. Y la falta de trabajo es la muerte de una persona. Casi se podría exagerar diciendo que "somos lo que hacemos", porque hacemos según somos, que nos enseñaba Aristóteles.

El autor de la carta invita también a "trabajar con sosiego". Pero a trabajar. A hacer operativa la existencia transformando la realidad para el bien de todos. Quien se dedique a la enseñanza debe hacerlo con "preparación"; cualquier ocupación debemos realizarla con esmero y dedicación. Es un esfuerzo necesario que nos saca de la comodidad y pereza a la que la tentación de vivir dormidos nos invita.

El trabajo tiene algo de castigo, pero tiene mucho de dicha y de gracia. No solo es un deber que supone la transformación de la realidad, humanizándola, haciendo de la naturaleza, mundo; sino que es un derecho humano fundamental. Impedir que alguien pueda trabajar es impedirle alcanzar su condición de persona. El trabajo dignifica cuando es digno, cuando hace más humana a la persona. Y esto ha de ser procurado y cuidado.

El bien común se construye con el trabajo de cada uno. La suma hace el milagro. Transformar la realidad para bien de todos. El no trabajar es, o una insolidaridad al bien común, o es un bien común insolidario. Trabajemos por garantizar el trabajo a quienes no pueden trabajar, y quienes podemos no nos contentemos en no hacer nada.