El año 2020 ha comenzado con la aparición de una nueva epidemia, que amenaza ser una pandemia de neumonía por coronavirus. Entre sus víctimas está el médico Li Wenliang, el primero que alertó sobre la enfermedad en la ciudad de Wuhan. Fue represaliado por "difundir rumores" y con su muerte se ha convertido en héroe nacional. De las referencias históricas sobre epidemias, se llega a la conclusión que casi todas tienen un origen asiático. La peste negra o peste bubónica llegó con los mongoles, que lo usaron como "arma biológica" en sus conquistas, catapultando los cadáveres y las ratas infectadas de peste a las ciudades sitiadas. Entre el 1315 y 1490, en varias oleadas la peste asoló Europa. Acabó con más del 30% de la población europea, unos 25 millones de muertos. Ante la incertidumbre del día después, se relajó la moral en las costumbres y se sublevaron las masas más pobres. Pronto se acusó a los judíos como causantes de la epidemia, por "envenenamiento" de los pozos. En muchos lugares de Europa comenzaron los pogromos judíos, hasta su extinción local. Se considera que la peste causó la muerte del rey Alfonso XI durante el asedio de Gibraltar en 1350 y también "ayudó" a completar la Reconquista de Andalucía. El dominio de la muerte en el tiempo de la peste lo ilustran los grabados de Hans Holbein el Joven, la película "El séptimo sello", de Ingmar Bergman, y el libro "La peste", de Albert Camus. Los médicos que atendían a los enfermos llevaban ropajes hasta el suelo, usaban guantes, cubrían la cabeza y colocaban en la cara una máscara con un enorme "pico", en cuya punta se colocaban hierbas medicinales desinfectantes, como el tomillo. Se respiraba a través de ese "filtro", ya que se creía que la enfermedad se propagaba a través del aire infectado.

Un recuerdo de ese artilugio de la peste son algunas famosas máscaras del carnaval de Venecia. Posiblemente, un mejor resultado preventivo se conseguía con pequeñas hogueras en las calles, a cuales se añadía romero, otra planta antiséptica, ya que se descubrió más tarde que la peste la causaban las pulgas infectadas con Yersinia pestis, de la que eran portadores las ratas y los piojos corporales, cuyo hábitat es la vestimenta. Observando el carácter contagioso de la peste, se quemaba la ropa de los infectados, se cerraba y encalaba las casas en las que hubo algún difunto y se construían edificaciones fuera de las ciudades para albergar a los viajeros en cuarentena, lo que repercutió en una menor afluencia de peregrinos al Camino de Santiago. Los barcos afectados por la peste se señalaban con una bandera amarilla, una señal de mal augurio de este color. La gripe española (1918-19) fue una de las pandemias más graves, que acabó con la vida de cerca de 50 millones de personas. Parece que la enfermedad apareció en el estado de Kansas, en Estados Unidos, y entró a Europa por el puerto de Brest (Francia) con las tropas norteamericanas, que llegaban para participar en la Primera Guerra Mundial. Los desplazamientos de soldados y las condiciones de las trincheras contribuyeron a la propagación de la enfermedad. España no participó en la contienda, pero en sus reportajes de prensa prestaba mucha atención al desarrollo de la epidemia. Como en los países europeos se trataba ocultar la información sobre la misma, se la llamó "gripe española".

En los países europeos se censuró la información, igual que ha ocurrido en China con la epidemia del coronavirus. Las autoridades sanitarias chinas para prevenir la infección están poniendo en práctica las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que consisten en "lavado de manos regular, cubrirse la boca y la nariz con el codo y no con la mano, cuando se va a toser y estornudar, así como evitar el contacto cercano con personas que muestren síntomas de enfermedades respiratorias". Adicionalmente se recomienda: usar mascarillas, guantes, pequeñas hogueras desinfectantes en las calles y aislamiento de las ciudades. En muchos países, se pone en cuarentena a los viajeros procedentes de China. También se indican las abluciones de nariz y garganta, es decir, "gárgaras", con agua salada, al regresar a casa, y al menos tres veces al día, lo que siempre resultó muy eficaz como prevención y tratamiento de las infecciones de las vías respiratorias.

Estos métodos son válidos para el mundo entero, pero, y ¿las costumbres? Estas varían según el país y son gestos que se realizan mecánicamente, casi como un acto reflejo, de lo cual un ejemplo es la forma de saludar. En Inglaterra y los países escandinavos, la costumbre es darse la mano cuando se presenta a una persona. Después de esto, los amigos, conocidos y colegas ya no vuelven a darse la mano y se saludan con una leve inclinación de cabeza. En el resto de países europeos se saluda solamente con la mano, sin invadir "el espacio personal", es decir, sin acercamiento corporal. Esto se aplica tanto a hombres como a mujeres. El beso a la mujer está reservado para encuentros familiares o de amigos muy cercanos. En este caso, en Francia suelen darse cuatro besos, en Bélgica y Polonia tres, en Alemania y Grecia un máximo de dos besos. En Inglaterra intentar besar a una mujer puede interpretarse como un acto de agresión sexual.

En tiempos de epidemias conviene reflexionar sobre las costumbres y tratar de corregirlas: evitar aglomeraciones de gente -ya que el virus se transmite a través del aire-, dormir suficientes horas, no agotarse, hacer comidas saludables a horas fijas y no fumar, porque el coronavirus afecta a los pulmones. Es un buen momento para dejar este hábito por parte de los fumadores incorregibles. De este modo se preserva el sistema inmune y las defensas propias serán la mejor protección. Observando estas sencillas reglas, quizás se limite la propagación de la epidemia. Una de ellas, muy importante, es guardar una distancia "sanitaria" y no besarse.