Debemos entender que a una pluviometría pobre, como la que sufrimos, hemos de añadir una cultura que se aleja de la buena gestión de los recursos hídricos, de una manera más solidaria con la naturaleza y con nuestros agricultores. El consumo urbano-turístico, los vertidos de las aguas urbanas sin depurar, las pérdidas en la red, la poca reutilización de la misma, etc.

Valga como ejemplo, que de los algo más de 130 Hm3/año de aguas urbanas, en Tenerife reutilizamos poco más del 10%. Con frecuencia tenemos problemas de contaminación, tanto en la costa como en el subsuelo.

Agua y Economía en Tenerife:

La isla fue pobre en manantiales hasta los alumbramientos de agua y pozos en pleno s. XX, los manantiales manaban una media de 40 millones de pipas/año. Con la construcción de pozos y galerías a lo largo de 1.700 Km perforados, la piel de la isla cambió (aunque no olvidemos que los coste de 1 metro de galería superan los 2.000 euros).

La mayor transformación fue poblacional, y se dio sobre todo en la costa y la zona sur, desde Tamaimo hasta el Valle de Güimar, o en la zona norte en Valle de Guerra. En la isla baja, entonces, se multiplican 12 por 10 los caudales disponibles hasta 1920, llegando a los 400 millones de pipas/año en torno a 1970.

Valga como referencia, que en la década de los sesenta, la mayoría de la población no tenía agua corriente, siendo la población de 400.000 personas, que habitaban la isla picuda.

Leamos los cultivos de regadío y el nacimiento de nuevos núcleos de población desde el Volcán en Arafo y Güimar, hasta Alcalá, Playa San Juan o Tamaimo.

Agua y agricultura, agua y turismo, agua y calidad de vida. ¿Cuántos saben que es un aljibe?. Tomates, plátanos, papas, turismo. Agua y trabajo, agua y vida, agua y progreso.

El turismo y el agua:

Desde Tem-bell en Las Galletas hasta Puerto Santiago, hemos de entender los aportes de galerías y pozos, sobre todo, el Canal del sur y las galerías de Santiago-Guía, Adeje-Vilaflor, Fasnia, Arico, Granadilla, que crearon un emporio agrario-turístico desde Tamaimo al Valle de Güimar, una de las zonas más ricas y productoras de Canarias.

Sin embargo, en los últimos 50 años, asistimos a una nueva época, marcada por el agotamiento de las galerías. Hemos pasado de 6.000 litros/segundo en las galerías de la isla en los años setenta, a situarse en unos 2.400 actualmente, empeorando su calidad.

En esta nueva época, las desaladoras y los avances tecnológicos permiten conseguir un m3 de agua con algo menos de un litro de petróleo, con un gasto de 3 KW/hora el m3. Valga como ejemplo la desaladora de Adeje-Arona, con capacidad para 30.000 m3/día, es decir, 2.500 pipas/hora. Compárese con el manantial más rico de Canarias, Marcos y Cordero, que no alcanza las 500 pipas/hora, cuando antaño producía 1.500 pipas/hora, la sequía y la sobreexplotación han puesto el resto.

No olvidemos que dicha desaladora, demanda unos 25.000 litros de petróleo diario para retirar la sal del líquido elemento. Produce 11 millones de m3/año de agua desalada. Valga como referencia que los manantiales de Tenerife, manaban en 1900 el 50% de lo producido en dicha planta. Superamos los 30 millones de m3 de agua desalada al año entre Adeje-Arona, Fonsalía, Granadilla, Santa Cruz, Isla Baja, y otras, para lo cual hemos de ponerle más de 36 millones de litros de petróleo al año.

En Canarias, desalamos más de 700.000 m3 al día en las más de 300 plantas públicas y privadas, próximo al millón de litros de petróleo diario, más del 10% de la energía eléctrica del archipiélago la destinamos a la producción de agua, más de 240 H/año de agua desalada en Canarias.

Hemos de entender que la economía de la isla, la población local y los puestos de trabajo dependen del agua: la agricultura consume 85 Hm3/ año en Tenerife, el consumo humano 71 Hm3/año, y el turismo 25 Hm3. Y sin embargo, cojeamos en reutilización, de los 96 millones de m3 de aguas urbanas, reutilizamos menos de 20, si bien es verdad, que con la depuradora de Tejina-Valle de Guerra las cosas empiezan a mejorar.

Otra cultura del agua es necesaria, tanto en el plano individual, con casi 200 litros por habitante y día en la población local, o los 400 litros por turista, son cifras que tenemos que mejorar. Hemos de reducir los consumos, y sobre todo, menos pérdidas en la red. Hemos de entrar en otra cultura del agua, que valore lo que hemos hecho bien, la construcción de más de 1.700 kilómetros de galerías, varios cientos de pozos, canales, estanques, un trabajo y esfuerzo hoy poco valorado. Creemos que las desaladoras son básicas e importantes, resuelven todo con unas máquinas, con una tecnología que hace milagros, con la "osmosis inversa" que convierte en agua dulce el agua salada. Hemos de hacer un esfuerzo en energías alternativas que nos hagan menos dependientes del petróleo.

La lluvia no depende de nosotros, la naturaleza nos deja medio huérfanos. Hagamos las cosas mejor, menor consumo, más ahorro, depurar y reutilizar, más solidaridad entre hombre y naturaleza, más energías alternativas y menos derroche. Una cultura más sostenible de agua y energía, agua y cultura.