Cuando uno echa más agua en un balde y el agua no solo no sube sino que baja, es casi seguro que el balde tiene un agujero. Lo del tema del desempleo es vagamente parecido. Cuando se crean en un año 14.400 nuevos empleos y las autoridades presumen de ello, pero resulta que el número de parados ha crecido en 1.200 personas, aparentemente hay algo que no cuadra. ¿Cómo es que se crea empleo y aumentan los afiliados a la Seguridad Social pero seguimos teniendo más paro? Pues porque la población de Canarias sigue creciendo y cada día llegan más personas buscando empleo. O lo que es lo mismo, que la gente que entra en el mercado buscando un trabajo es superior a la capacidad de la economía para ir creándolo.

Hace ya algunos años que Canarias superó la carga de población que puede soportar su modelo productivo. Por eso arrastramos un paro que duplica siempre la media del Estado y ocupa uno de los primeros lugares de Europa. Pero, a pesar de eso, cada año Canarias sigue atrayendo a miles y miles de personas que vienen al calor de su mercado de trabajo. Y en los dos últimos años, además, han llegado miles de ciudadanos venezolanos, con ascendientes canarios, que han salido huyendo de la dictadura bolivariana, que a medio plazo aumentarán la oferta de empleo disponible.

Al presidente Paulino Rivero, en su día, se le ocurrió sugerir la posibilidad de establecer en las islas una ley de residencia. Una norma que limitara la concesión de la residencia a la existencia de permisos de trabajo o ciertas condiciones que dificultaran el asentamiento inmediato. Casi lo matan. Lo acusaron de xenofobia, de odio, racismo y no sé cuántas cosas más. Aquí tenemos un curioso ejército del humanismo que nos impulsa a defender las fronteras abiertas, pero al mismo tiempo -con cierta incoherencia- grita que "ni una cama más", porque ya tenemos demasiados turistas que contaminan y dañan el medio ambiente.

Como resulta que los trabajadores que importamos comen y defecan como los turistas -salvo que alguien me pruebe lo contrario- pero además necesitan, como ciudadanos de hecho, transportes públicos, carreteras, escuelas, energía, etcétera, es obvio que quienes más impacto estamos causando en el medio ambiente somos los residentes. Así que quien no se preocupa por contingentar el número de habitantes pero sí el número de visitantes es en realidad o un hipócrita o un ignorante.

No sé si la solución a nuestros problemas está en poner límite a la población. Hay lugares densamente poblados (Singapur, Hong Kong) que funcionan muy bien desde el punto de vista de la riqueza de sus habitantes. Lo que sí parece probado es que con el empleo que crea la venta de servicios turísticos no es suficiente para nuestra sociedad. Y menos cuando, como ya está empezando a pasar, hemos perdido un millón de visitantes en dos años y la destrucción de empleo en turismo empieza a ser una amenaza muy cercana. Tan cercana que nos visitará este año.