Entre el escándalo que no cesa -Granada enterró a Ana, con 38 años y una hija, y Lugo a Clara, 47, que dejó dos huérfanos- recuerdo una frase que el maestro de primeras letras atribuyó a San Vicente de Paul y que nos repetía para garantizar el silencio en el aula: "Ni el ruido hace bien ni el bien hace ruido", rezaba, y la cito a cuenta de una noticia, una buena noticia, que pasó de puntillas entre la bulla desatada por la ultraderecha, con pretextos de mayor o menor tamaño, en las instituciones públicas a las que llegó, todo hay que decirlo, por elección democrática.

Entramos en harina. Un paisano culto y curioso me remitió el acuerdo unánime del Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane que postula "la defensa y promoción de una educación pública de calidad, plural y en igualdad que es irrenunciable para una sociedad democrática y que, en la actualidad, se ve amenazada por corrientes reaccionarias que tratan de imponer vetos educativos como el conocido como pin parental".

Presentada por el Grupo Socialista y defendida por su portavoz Robert Nazco, la moción insta al Gobierno de España a velar por los derechos fundamentales, con especial énfasis en "la educación para todos y la libertad de enseñanza, así como todos los que aseguren el pleno desarrollo de la personalidad humana y el respeto a los principios democráticos de convivencia".

La mayoría absoluta del Partido Popular que, con doce concejales y Noelia García Leal en la alcaldía, gobierna el municipio, se sumó a la propuesta junto con los cuatro regidores de Coalición Canaria y el representante de Izquierda Unida. Y lo mollar, veintiún políticos de distintas ideologías, y sensibilidad democrática común, demostraron que, fuera del ruido, la sensatez es imprescindible para el buen gobierno.