Queridos diocesanos:

De nuevo, Manos Unidas nos llama a participar en la lucha contra el hambre en el mundo. Este año, con el lema "Quien más sufre el maltrato del planeta no eres tú", se nos quiere hacer caer en la cuenta de la íntima relación que hay entre "hambre y pobreza" y "el deterioro del planeta". Denuncia así que las poblaciones más vulnerables son las más afectadas por la actual crisis medioambiental.

En la presente campaña, Manos Unidas sale al paso de esta realidad y quiere ayudar, con proyectos concretos de desarrollo integral y sostenible, a poblaciones empobrecidas por las consecuencias del cambio climático. Sobre el tema en cuestión puede encontrarse amplia información en la web: https://www.manosunidas.org/

Cuestiones tan serias como la contaminación, el cambio climático, el agotamiento de los recursos, la destrucción de los ecosistemas, las inundaciones y las sequías extremas, la desforestación y el aumento de zonas desérticas? son fenómenos que en gran medida proceden del modo de vida -consumista y derrochador- de los países ricos, pero que tienen su mayor incidencia en los países y poblaciones más pobres.

El papa Francisco, en la encíclica Laudato si', ya puso en evidencia esta realidad:

"Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección [?]. Lamentablemente, hay una general indiferencia ante estas tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil" (Laudado si' 25).

La solución a estos problemas pasa por el compromiso de los países y organismos internacionales, donde afortunadamente vemos que se van dando algunos pasos. Pero también importa lo que podemos hacer cada uno ya que, en último término, es nuestra forma de vivir lo que condiciona todo, en un sentido u otro.

El "hambre y la pobreza en el mundo" es una realidad que no podemos mirar con indiferencia, como si no fuera con nosotros. El problema del hambre no tiene su origen en la falta de recursos, sino que es una consecuencia del mal uso y desigual distribución de los bienes que son de todos.

"Ayunar, ahorrar gastos, para dar a los necesitados", son acciones concretas en las que estamos llamados a participar. Invito a todos los fieles de nuestra Diócesis Nivariense y a todas las personas de buena voluntad a ser generosas y a participar de manera efectiva con sus donaciones en la lucha contra el hambre en el mundo. Podemos hacerlo en la colecta de todas las misas que tuvieron lugar el 8 y 9 de febrero, o ingresando directamente los donativos en las cuentas de Manos Unidas en las diferentes instituciones bancarias.

Seamos generosos. De este modo, no solo ayudamos a muchas personas sino a nosotros mismos, pues ninguna obra buena quedará sin recompensa y se cumplirán aquellas palabras del Señor, que nos recordaba San Pablo: "Hay más alegría en dar que en recibir" (Hech. 20,35).