La consejera de Sanidad, María Teresa Cruz Oval, ha anunciado su intención de dialogar con los médicos que han convocado la huelga general en la Sanidad canaria, pero ha confesado que no se reunirá con ellos o con el comité de huelga antes de la protesta, convocada para el 12 de febrero, porque no dispone de tiempo para hacerlo.

La señora consejera alega problemas de agenda: un pleno del Parlamento regional que la mantendrá ocupada martes y miércoles y un Consejo de Gobierno. La señora consejera está muy ocupada asistiendo a plenos y consejos, es verdad, pero insiste en que está completa y totalmente abierta al diálogo, como demuestra esa mesa sectorial que lleva ya dos días debatiendo sobre las reivindicaciones laborales y profesionales de los sanitarios y continuará reuniéndose el jueves próximo. ¡El jueves próximo! Un día después de la huelga...

Una sorprendente estrategia negociadora, la de reunirse con los interesados en negociar el día después de la protesta. O la señora Cruz está completamente segura de que la convocatoria va a ser un desastre y nadie se sumará a la huelga, o sigue una de las estrategias más suicidas que se conocen para resolver un conflicto que puede perjudicar a miles de pacientes de la sanidad pública: dejar primero que estalle, y ponerse a resolverlo después.

Doña Teresa está demostrando ser una consejera cuántica, casi tanto como es el gato de Schroeder, ése que está dentro de una caja opaca y cerrada y -aunque estaba vivo cuando entró- al rato puede (o no) haberse envenenado y no se sabe si está vivo o muerto. Y así, gracias a la cuántica es como si estuviera vivo y muerto al mismo tiempo.

Yo creo que la consejera no es exactamente como el gato, creo que está políticamente viva (por ejemplo, que haga declaraciones en una emisora parece una prueba irrefutable de que está viva), pero también creo que está por lo menos un poquito defuncionada.

Y por eso se dedica la señora Cruz a hacer fantasmales declaraciones sobre su estado vital desde dentro de la caja en la que ha decidido esconderse para no reunirse con el comité de huelga, intentar parar la protesta y evitar el perjuicio que ocasionará a pacientes y usuarios.

Ayer se despachó la consejera con el periodista Evaristo Quintana, que utilizó su más que probada capacidad espiritista como médium, sonsacándole en antena variados comentarios, entre ellos el de que no se pude trabajar con tanto ruido (quizá por eso no sale de su caja, para no escuchar el griterío de los galenos dándole a la guija) y que no se siente cuestionada por ningún miembro del Gobierno, mucho menos por el presidente Ángel Víctor Torres, que le ha dado su respaldo muy personalmente.

Y eso, incluso viniendo desde lo más profundo de la caja donde se esconde doña Teresa para preparar en armonioso silencio el diálogo poshuelga, es una verdad verdadera y nada cuántica: Ángel Víctor Torres está convencido de que su consejera está mucho más viva que muerta, como lo está de que Pedro Sánchez es la mayor revelación de talento político en España, desde por lo menos el Conde de Romanones.