Suelo ir a los partidos del Canarias con la familia, me gusta el ambiente que se vive en las gradas de baloncesto. Es más, suele ser un espacio amigable con una afición muy respetuosa y tolerante. Pero el otro día mientras veíamos un partido de la Champion League, un señor elegante que estaba justo detrás de mí dijo en un tono refinado e irónico, refiriéndose a un jugador del equipo contrario:

"Pero si es un mono, un mono africano". Tras el desagradable comentario empezó a reírse junto a sus dos compañeros de asiento.

Tuve ganas de virarme y decirle que todos somos africanos, que venimos de allí, que en ese gran continente está el origen de la humanidad. Que además nuestro archipiélago está en África, y que como habitantes de las Islas deberíamos ser más consientes de la africanidad de nuestro espíritu. Tuve ganas de reprocharle sus insultos, pero no fui capaz.

Ayer escuchando La Ventana de Francino escuché una entrevista a Eudald Carbonell, uno de los descubridores de Atapuerca que acaba de publicar un libro que se llama Hazte humano.

"La humanidad entera es África, somos africanos de pura cepa", afirmó.

Pero fue más allá, explicó de un modo delicioso cómo nuestra memoria está ligada a las estrellas.

"Somos el eco de las estrellas, nuestra conciencia es la consecuencia evolutiva del resplandor fósil del propio cosmos. Somos una sola especie, no varias, una síntesis evolutiva.

Si el mundo supiera que somos un eco, un resplandor, que somos fruto de una casualidad cósmica y que las primeras mujeres y hombres surgieron del bello continente de las sabanas y desiertos, de las selvas y de los animales libres. Si el mundo fuera consciente de que somos evolución, que fuimos simios e incluso seres unicelulares del agua, que se convirtieron en sangre roja. Quizás si la humanidad pensara en todas esas cosas dejaríamos de llamar chimpancés a las personas por su color de piel".

Me arrepiento de haberme callado el otro día. Debí de manifestarme como lo hicieron el pasado martes en el Heliodoro las personas que componen el Frente Blanquiazul con su "No al racismo". Apoyando a Iñaki Williams, que denunció públicamente los insultos racistas que le hicieron. Esa imagen era mucho más que una tela pintada, esa imagen nos da esperanza a las que creemos en la igualdad, convirtiendo a los estadios de fútbol y pabellones deportivos en un gran frente antirracista.