En la sociedad isleña medio siglo supone la décima parte de su recorrido histórico y, con Carmina Burana, su cincuentenario de vida unió a las corales Universitaria de La Laguna y Reyes Bartlet del Puerto de la Cruz, en una feliz iniciativa de Alfonso López Raymond que sumó, también, al Conjunto de Cámara de la ULL, a tres jóvenes y excelentes cantantes -el barítono Borja Molina, la soprano María José Torres y el contratenor Samuel Tapia- y a los maestros de coro Oliva Cruz e Hijar Polo.

La cantata de Carl Orf (1895-2002) fue presentada en el Teatro Leal y anunciada para este fin de semana en el Cine Fajardo de Icod y en el Guimerá de la capital, en versión para dos pianos -Ana Belén Gutiérrez y María Luz Trujillo-, gran coro y set de percusión, integrado por Carlos Manuel Castañeda, Marta Rosa Díaz, Antonio Rodríguez, Víctor Hugo Hernández, Andrea Melián, Jorge López y Vicent Benavent y contó con potentes y sugestivas proyecciones.

Inspirada en un cancionero goliardo y adjetivada con el nombre de la región donde se localizó el manuscrito en 1803, contiene una veintena de canciones -todas ellas de exaltación vitalista y pagana de los goces sensuales y del imperio de la fortuna- Carmina Burana se estrenó en la Ópera de Francfort del Meno en 1937, en plena ebullición del nacionalsocialismo hitleriano y, pese a ese hándicap, superó el estigma de su uso propagandístico por los nazis y repitió, y repite, laureles hasta nuestros días.

López Raymond puso en juego las tres cualidades -seguridad, pasión y magia- que el compositor muniqués pidió a los intérpretes de su mejor obra, la que, junto a su método pedagógico para la infancia, le valió su posición notable y temprana en la música del siglo XX. La pureza elemental de los cantos latinos, enfatizada por su singular riqueza rítmica, constituyen las bases de la emblemática pieza, perfectamente leída por el culto e inquieto director en una versión pulcra y valiente y apoyada por un amplio, solvente y entusiasta elenco.

Movilizar y poner en valor los activos locales, un esfuerzo reconocido y aplaudido por nuestro público, merece y exige una generosa complicidad de las instituciones públicas que, hasta ahora, se muestra poco y tarde, con demasiado esfuerzo y desgaste para los promotores y dosificado con cuentagotas.