El desalojo del poder de CC como resultado de los movimientos poselectorales después de las elecciones autonómicas y locales del pasado 26 de mayo ha dejado en la sombra otros episodios sumamente interesantes, como la crisis abierta en el PP, con la salida final de Asier Antona al Senado o esa estrambótica visita del secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea, y el secretario de Organización Javier Maroto, para fiscalizar la firma de un pacto que estaba ya muerto cuando aterrizaron en Canarias. Está lejos de saberse todo sobre el papel jugado por José Manuel Soria para que el PP aceptase la oferta de pacto de CC. ¿Quiénes fueron los dos empresarios grancanarios de gran tonelaje que llamaron directamente a Casado - mencionando sus conversaciones previas con Soria sobre el asunto -para pedirle que aprovechara la oportunidad y advertirle que la alternativa solía podía ser "la pesadilla de un gobierno socialcomunista en nuestras islas"?

Inicialmente Antona controlaba la situación. Tenía el nihil obstat -cuando no el respaldo abierto- de todos los dirigentes insulares, salvo, obviamente, en Gran Canaria, porque María Australia Navarro, sin romper nunca la lealtad jerárquica, siempre ha mantenido un canal de comunicación abierto con el exministro Soria y ha atendido sus comentarios de texto como si fuera Lázaro Carreter. Después de varios intentos frustrados por parte de Fernando Clavijo y José Miguel Barragán llegó la oferta rococó de cederle la Presidencia del Gobierno de Canarias al PP -apenas once diputados en las urnas- solo con la condición de que la jefa del Ejecutivo fuera Navarro. Después de semanas reprimiendo los nervios, Aiser Antona estalló: los coalicioneros intentaban hundir al PP en su propio naufragio. Pero el PP no transigiría con semejante basura. Llamó de nuevo a todos los responsables insulares y creyó respirar tranquilo hasta que le atenazó una sospecha que confirmó una llamada telefónica de Madrid: lo de Navarro como presidenta no se le había ocurrido a los negociadores de CC, sino al propio Soria.

Ya se sabe cómo ocurrió todo lo demás. La prolongación de la negativa de Antona, incluso cuando sabía que su secretario general se trasladaría a Canarias para garantizar (y firmar ya) el acuerdo y las penúltimas dudas y consultas de Ciudadano condujeron a un nuevo retraso y Casimiro Curbelo no esperó más, simplemente porque la otra mayoría ya le daba todo. Consumado el fracaso, María Australia Navarro asumió provisionalmente la presidencia de los conservadores. Desde entonces el PP canario se dedica a vegetar suavemente, repitiendo un discurso nacional -la mimetización de Vox, Cataluña y cierra España, guerras culturales, crítica apocalíptica al Gobierno de coalición entre PSOE y UP- que en Canarias queda un tanto descontextualizado. No habrá congreso regional hasta el 2022, año preelectoral, y según la geometría nacional y regional de las encuestas, Navarro podría ser ungida lideresa y candidata presidencial -improbable- o en cambio Guillermo Mariscal, casadista de primera hora y portavoz adjunto en el Congreso de los Diputados, verse obligado a prestar servicios en territorio extrapeninsular. En todo caso lo decidirá Casado, porque en el PP es el líder uno, grande y libre quien siempre decide sabiamente qué error conviene cometer en cada momento.