"En este momento donde las tecnologías nos están invadiendo con un valor extraordinario, pero nunca, nunca, sustitutivo del maestro? el maestro debe ser la joya de la corona de un país. Es su humanidad lo que puede transmitir humanidad? No lo esperes nunca de una máquina." Así comienza un vídeo divulgativo de Francisco Mora, prestigioso Doctor en Neurociencia y Medicina. Y lo traigo como preámbulo al comentario que hoy les hago sobre el "Pin Parental". Resumiendo, el Pin o veto parental no es otra cosa que la necesidad de una autorización por parte de los padres para que sus hijos puedan acudir a una determinada charla en el colegio. Y es que este veto aprobado por PP, Ciudadanos y Vox en la Comunidad de Murcia, es un ataque directo a la profesionalidad de los docentes.

Esta tarea nuestra, tan determinante y tan hermosa, es también, así de ingrata. A nosotros los maestros y maestras cualquiera nos da lecciones sobre lo que tenemos que hacer en nuestra actividad profesional. Yo nunca me atrevería a decirle como tiene que trabajar a un electricista, fontanero, médico, arquitecto, ganadero o instalador de pladur. A nosotros sí. Cualquier "padre-madre coraje" te llega y te espeta lo de? "usted con mi hijo lo que tiene que hacer es esto, esto y esto" y se marcha más a gusto que un arbusto para su casa convencido de que está cumpliendo con sobresaliente su función de padre, madre y demás familia. Esa infravaloración de la tarea docente ha hecho -y hace- tanto, tanto, tanto daño? que así nos luce el pelo. Y de esos polvos vienen estos lodos. Hasta frecuente es escuchar: "yo a mi hijo le enseño lo que me sale de los huevos -léase cojones o cataplines, ya eso según el grado de cretinismo del momento-". Toda una declaración de intenciones.

Mientras todos tenemos clara la importancia de mejorar la formación de nuestros alumnos sobre ciertos aspectos de la realidad que les rodea, los padres de Murcia pueden negarse a que sus hijos asistan a charlas sobre ciberacoso, igualdad de sexos, uso de redes sociales, bienestar animal, reciclaje, cuidado del medio ambiente, enfermedades de transmisión sexual o alimentación saludable, lo que atenta claramente contra el derecho a la educación de los menores. Y es que, por encima del derecho de un padre de decidir la educación para sus hijos está el derecho del niño a recibir una adecuada educación. Nunca podemos permitir que un padre elija la parte del currículo que quiere que estudie su hijo como si fuese un menú a la carta porque hoy es una charla y mañana alguien pedirá que su hijo no estudie a este autor por su condición sexual o esta teoría porque atenta contra sus creencias.

Estos conocimientos y valores en ocasiones vienen a compensar la deficiente educación que ciertos padres les están trasmitiendo a sus hijos. Padres machistas, padres homófobos, padres sexistas, padres que se drogan delante de sus hijos, padres que maltratan a los animales o padres que solo les dan bollería industrial y comida rápida a sus hijos.

Por poner un ejemplo, aquellos padres que no quieren que su hijo asista a una charla sobre igualdad porque creen que el hombre es superior a la mujer, están criando a un futuro marido que directa o indirectamente maltratará física o psicológicamente a la hija de otro padre.

En tantos años de docencia, como fácilmente se imaginarán, me he encontrado con padres que no querían que sus hijos hiciesen esto o lo otro por cuestiones religiosas, morales o de costumbres. A padres que no querían que les diese clase un profesor porque era "amanerado", o que no querían que a su hijo le diese clase una mujer, ni emigrantes junto a su hijo? La escuela tiene que estar muy por encima de esto. La igualdad, la dignidad y la libertad no son negociables. Han costado mucho.

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