Ante la propuesta de subir el salario mínimo se ha abierto un debate importante sobre la sostenibilidad de las empresas y el empleo ante un marco de falta de productividad, motivado por la posibilidad de que se tome esa decisión más allá de la mesa de negociación colectiva entre empresarios y trabajadores, como ya ocurrió en el mercado laboral por el incremento unilateral anterior.

Partiendo de algunos datos, no deja de sorprender las diferencias con algunos Países de nuestro entorno o aspiración: España tiene un SMI de 12.600 euros, un PIB per cápita de 27.890 Euros (45%) y un PIB de 1,2 billones de euros.

Alemania tiene un SMI de 19.008 euros, un PIB per cápita de 43.429 Euros (44%) y un PIB de 3,5 billones de euros.

Francia tiene un SMI de 18.468 euros, un PIB per cápita de 38.019 Euros (49%) y un PIB de 2,4 billones de euros.

EE. UU. tiene un SMI de 13.170 euros, un PIB per cápita de 53.233 Euros (25%) y un PIB de 17,4 billones de euros.

No veo que España se acerque al valor total o por habitante de esos países indicados a medio o largo plazo alzando unilateralmente el salario mínimo, sin que suba el valor añadido del tejido empresarial sector a sector, para que propicie, en cada caso, una creación de empleo de buena remuneración, que no pasa por la actividad mayoritaria que desarrolla nuestro País.

En cualquier caso, subir nuevamente el salario mínimo más allá de la negociación colectiva pondría en peligro el empleo nuevo y el establecido en la actualidad, pues las empresas no solo pagan un salario, sino que también pagan cotizaciones a la seguridad social y otras materias laborales.

En la negociación colectiva entre las partes afectadas - empresarios y trabajadores - entran parámetros tan importantes como prevención de riesgos, jubilaciones, seguros médicos o la cualificación de trabajadores, que aportan tanto a la calidad de vida del trabajador como a la competitividad de las empresas.

Donde el sector público puede hacer un importante esfuerzo es en adelgazar el exceso de burocracia, reducir las estructuras ineficientes, aumentar la inversión propia y dinamizar la inversión privada, tanto nacional como internacional.

Así, la sociedad en su conjunto crecería de manera sostenible en el tiempo y el empleo creado podría aportar mayor valor añadido.