Lázaro Carreter nos advirtió de "lo mal que le sentaban los calificativos al lenguaje, peor casi que las formas más torpes". Ocurrió en Garachico, marzo de 1992 y durante un congreso mundial de poesía organizado por Justo Jorge Padrón con Juan Manuel de León en la alcaldía. No sé qué diría hoy el maestro zaragozano sobre los usos y abusos actuales para conciliar justas demandas sociales con invenciones, licencias y apaños gramaticales de difícil digestión y/o generalmente desafortunados. Pero estoy seguro que habría suscrito, sin matices y con público entusiasmo, el acuerdo reciente y unánime de la Real Academia Española -que dirigió entre 1992 y 1998- de rechazar de plano la petición de Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno, de modificar la Constitución para adaptarla a un lenguaje más inclusivo".

La institución "que vela por la pureza del idioma" difundió un lacónico comunicado que resume el informe de una comisión paritaria -integrada por Inés Fernández Ordóñez, Pablo Alvarez de Miranda, Paz Battaner e Ignacio Bosque- que, con razones históricas y técnicas, desestimó la petición y destacó la corrección y vigencia estilística de la Carta Magna refrendada por los españoles en 1978.

Comento el asunto ante un café con un amigo y en la resaca del primer gobierno de coalición de la historia contemporánea, que compensa (ese es su mérito de entrada) en número, relato y acción la discriminación secular de la mujer. Filólogo de vocación y oficio apunta que "lenguaje inclusivo es hablar en los tres géneros -ante el exceso masculino del castellano- e intentar reparar, por las buenas, injusticias y vejaciones históricas".

Mientras animan la actualidad convulsa los voceros y voceras -portavoces y portavozas- de la coalición gobernante y las derechas unidas, esperamos que, por encima de las refriegas por la fiscalía general y el pin parental (por citar las más ruidosas), podamos abrir el tiempo justo y libre donde, satisfechas las legítimas demandas de igualdad y reconocido su valor como arma y herramienta puntual, el lenguaje recupere su primera y hermosa capacidad de comunicar sentimientos y pensamientos por medio de la palabra.