Mirar, abordar, incluir, estudiar, comprender. Prevenir el suicidio es tarea pendiente de nuestra sociedad. Debe ser considerado una consecuencia de múltiples fallos en cadena: fallaron los sistemas que dan soporte a la persona, el personal, familiar, social, laboral. Fallaron los sistemas por los que pasa la persona en su vida, educativo, sanitario, comunitario.

El sufrimiento y la desesperación se hicieron dueños. ¿Cuánto soporta una persona antes de atacar su propia vida? ¿Cuántas violencias de "baja intensidad" la han agredido antes de agredirse a sí misma? ¿Cómo fue desconectándose de otros y de sí misma hasta acabar con su vida?

Citando a Alfred Adler, el ser humano necesita pertenecer y ser importante para un grupo de personas reconocidas en las que se mira. Además, también precisa encontrar significado en su aportación a su comunidad de referencia, sea la familia, la empresa, su entorno social más cercano, su país.

Tal y como necesitamos respirar para vivir, necesitamos conectar emocionalmente para vivir. Es una necesidad de supervivencia, que promueve la vida y la evolución de la especie. Muchas áreas funcionales de nuestro cerebro hablan de ello, la manera en que construimos las familias y grupos primarios hablan de ello.

La propia vivencia de sentirse incluido o incluida y con una vida que tiene sentido son elementos altamente protectores para nuestro desarrollo socioemocional y para nuestra salud mental como seres humanos. El suicidio sucede dentro de un deterioro de la persona en múltiples áreas de su vida, no es unicausal. No es asunto exclusivo del suicida y su entorno inmediato. Es asunto de toda la sociedad. La Confederación Salud Mental España considera alarmante que en España, cada año, alrededor de 3.600 personas se quiten la vida, lo que supone que 10 personas al día fallecen por esta causa en nuestro país, el 74% hombres, el 26% mujeres.

Según el presidente de la citada Confederación, A. González Zapico, "el suicidio es una realidad históricamente silenciada y sigue siendo un tabú para la mayor parte de la sociedad, por lo que es imprescindible acabar con los mitos e ideas erróneas que tanto estigmatizan y culpabilizan a personas que están viviendo un sufrimiento extremo y que no ven otra salida".

En el mundo, cada año se suicidan casi un millón de personas, lo que supone una tasa de mortalidad "global" de 16 por 100.000. Se trata, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), del mayor problema de salud pública de Europa. Quizás es que cuando se dice un millón de personas es difícil imaginarlo, pero si pensamos que los habitantes de nuestra isla de Tenerife suman 920.253 personas ¿podemos imaginar?

Como psicóloga, escribo sobre esto porque en el último año he visto más personas con pensamientos y desesperación suicida que en mis 26 años de profesión. Algo pasa, y eso que hay cierto pacto de silencio para que no se publiciten cifras, ni noticias.

Pienso en este terrible "Mundo Feliz", todo aparente y mediático, pero con mucho vacío y dolor en las entrañas. En la medida que pongamos nuestro foco en los logros, los éxitos, la apariencia de eterna juventud, el coche, "el casoplón", y obviemos la vida y sus humildes manifestaciones cotidianas de conexión y cercanía con nuestros iguales, seguimos en riesgo de sentirnos excluidos, fracasados, desconectados, aislados, más muertos que vivos. Y si, además, vivimos reveses frente a corporaciones poderosas, injusticias, desahucios, acoso laboral, sexual, psíquico, despidos, rechazos, tenemos muchas papeletas para quitarnos de en medio.

Tantos medios empleados en investigar las condiciones de las mujeres, y a mí profesionalmente me impacta la cifra de suicidios perpetrados por ellas: 936 mujeres que no están. Aunque "nosotras somos más sociales y emocionales", y se supone que esos eran elementos protectores. ¿Qué está pasando? ¿Qué elementos de violencia sutil no estamos detectando? ¿Aceleración constante? ¿Imposibilidad de conciliar vida familiar, laboral, personal y de pareja? ¿Constantes exigencias estéticas, sociales, familiares, profesionales? ¿Ha triunfado la cara oscura del "way of life", si no has triunfado eres un perdedor? Necesitamos fortalecer las competencias socioemocionales de nuestros niños y jóvenes, así como el pensamiento crítico y creativo. De igual manera necesitamos avanzar hacia posiciones de paz y cooperación de manera sistemática.

Después de años de historias y anamnesis personales compruebo que es un denominador común. Toca a suicida por familia como mínimo, a poco que ampliemos hasta abuelos o bisabuelos. Conservo un retrato de una suicida. Nada hacía pensar lo que luego sucedería. Pero siempre me he preguntado ¿cuántos hechos, palabras, miradas, gestos, pérdidas, dolores hicieron falta para llegar a perpetrar ese ataque contra sí misma? ¿Cuántas violencias a distintos niveles actuaron hasta cercenar una vida?