Cuando llega el momento de la verdad, las lanzas se vuelven cañas. La primera medida del nuevo Gobierno español ha supuesto una subida de apenas ocho euros mensuales para los pensionistas españoles del régimen general y de tres y medio para las pensiones no contributivas. Una gota de agua en el charco, casi seco, de trescientos cincuenta mil pensionistas canarios y más de cuarenta mil perceptores de no contributivas.

La medida está muy lejos -a una distancia sideral- de solucionar el problema de subsistencia de aquellos que perciben las pensiones más bajas (un 27% de pensionistas reciben menos de 600 euros mensuales). Y eso es así porque las pensiones se refieren necesariamente a las cotizaciones realizadas en una vida laboral marcada, más veces de la cuenta, por bajos salarios y eventualidad: otro de los problemas estructurales de nuestra economía. Y además, porque el método de cálculo se ha ido perfeccionando para fastidiar lo máximo posible a los trabajadores, retocando cada vez más a la baja los derechos adquiridos.

En realidad, el problema de las pensiones en España es de mucho mayor calado. Cada año se está generando un déficit de más de 15 mil millones de euros en la caja de la Seguridad Social. El problema, así, no va de mejorar las pensiones con medidas que tienen más de maquillaje mediático y político que de realidad. La gran cuestión es si se van a poder mantener las actuales pensiones, por bajas que sean. Por eso la decisión de los señores ministros, ministras y ministres no pasa de ser un brindis al sol. Apenas un gesto de bondad progresista, para que no se diga.

Detrás del humo de esta medida calculadamente popular -el titular es que suben las pensiones, aunque sea tan poco incremento- se esconde un problema estructural del estado del bienestar al que nadie, por ahora, se siente capacitado para meter mano. La hucha de las pensiones está vacía y el número de jubilados aumenta exponencialmente en una población cada vez más envejecida, complicando los números de un presupuesto que ya destina cada año unos 120 mil millones a este capítulo de esa novela por entregas llamada España. Y si se echa un vistazo al mercado laboral, las expectativas no mejoran. El nivel de los salarios sigue siendo muy bajo (muchos de ellos están incluso por debajo de las pensiones medias) y el número de activos por cada jubilado no termina de despegar, clavado en 2,3 trabajadores que deben sostener a un pensionista. A poco que se complique el mercado laboral con un enfriamiento económico las vamos a pasar canutas para mantener el bienestar de casi diez millones de ciudadanos.

Parece increíble que siendo ese uno de los mayores problemas de este país, los grandes partidos políticos sigan remoloneando a la hora de ponerle solución. Una solución que no pasa por seguir haciendo trampas a mitad de la partida, retrasando la edad de jubilación de unos españoles frente a otros o inventando fórmulas de cálculo del monto de las pensiones que acaban perjudicando a los cotizantes.