Las relaciones entre España y Marruecos siguen siendo cada vez más estrechas y sus intercambios comerciales y de todo orden mayores, que también ocurre con Canarias. Lo que no parece ser tan conocido y entra de lleno en el terreno cultural facilitando la conexión entre vecinos es la importancia que está teniendo la literatura marroquí en idioma español. Marruecos puede alardear de variantes idiomáticas en su literatura: árabe (dariya), francés, español y el idioma de mayor autoctonía: el bereber amazigh con el que se vincula a Canarias; este idioma ya incorporado a la enseñanza y cuya gramática y normativa se ultiman dejará así de ser una milenaria lengua oral.

De los muchos efectos nocivos del Frente Polisario, al margen los de mayor intensidad generados a los propios saharianos, uno ha sido pretender ser bastión de la lengua española en África. Su comité ejecutivo cuando la descolonización ya era de mayoría francófona, y en el reducto de Tinduf donde impera el totalitarismo político-militar no hay espacio ni para la sociedad civil y menos el individuo, y por tanto para la elección del hablante del idioma vehicular, de estudio o creativo. Solo hay cabida para poetas panfletarios, petrificados en las guerras de liberación colonial del SXX.

Que en Marruecos hay sociedad civil y pluralismo lo acreditan las asociaciones de literatos y académicas con relaciones cruzadas entre arabistas e hispanistas, y la comunicación, investigación humanista y creación en idioma español. Este matrimonio cultural hace que curiosamente Tánger perpetúe su cosmopolitismo, al constituirse en espacio lingüístico-cultural compartido, como ciudad de la novela negra y de la experiencia multicultural, obra en buena parte de autores españoles.

Si hablamos de expresión española hemos de referirnos a los estudios académicos y a la creación literaria, y si hablamos de literatura no podemos circunscribirla a la poesía (menos de combate) sino a esta, la narrativa y el ensayo, todas las cuales tienen vigorosa vitalidad en esa pléyade de escritores marroquís en español, que confirman la pujante realidad del interculturalismo. Lejos de exhortaciones o desiderátum políticos tienen impulso civil gracias a escritores culturalmente mestizos, embebidos de dos culturas, casando su pluralidad cultural desde la libertad que habilita. Sabíamos de una narrativa marroquí en lengua francesa con nombres como Leila Slimani, Abdelá Taia, Binebine o Tahar Ben Jelloun. Ahora hemos de tener en cuenta a la facción española, escritores marroquíes en nuestra lengua como la española Najat el Hachmi, Mohamed El Morabet, Mohamed Abrighach. Esta mistura enriquecedora de identidades se ha extendido al ámbito editorial; en España ya existe una editorial, Diwan, del libro marroquí.