Se acuerdan de esos chistes, ¿verdad?. Esos que empiezan con que "se abre el telón, se ve a la señora Francisca recibiendo una descarga eléctrica al cambiar una bombilla; se cierra el telón: ¿título de la película? El Amperio Contra Paca". Buenos pues las últimas semanas después de la investidura el telón se ha estado levantando con Ana Oramas en un escenario enroscando una bombilla con la cara de Barragán, el secretario general de su flotante partido de menceyatos insulares.

Durante todo ese tiempo hemos tenido, además, un entretenido espectáculo. Para calentar la tramoya -y dos piedras- súbitamente congelada, dos líderes de las Islas Orientales, David de la Hoz y Mario Morales, salieron a degüello pidiendo la cabeza de la señora Oramas en una bandeja de carne mechada. Porque es evidente que la señora diputada se pasó por el refajo las instrucciones del partido que, con esa inteligencia que tienen los partidos, había decidido que lo conveniente era la abstención. O sea, que ni chicha -o sea, ni Tenerife- ni limonada.

En todo este tiempo el secretario general de Coalición, o sea, Barragán, ha estado prudente e inteligentemente callado. Solo le ha sacado de su mutismo un solitario y al parecer intempestivo mensaje de Carlos Alonso, en las redes sociales, que venía a defender a la diputada Oramas diciendo que, al fin y al cabo, no era para tanto. Que el PSOE había sancionado con 600 euros en un caso similar a unos diputados díscolos -Pedro Sánchez y doce de los suyos; qué apostólico presagio - que habían votado en contra de las instrucciones del PSOE en la investidura de Rajoy. Lo que no consiguieron las declaraciones en favor de la guillotina lo logró el mensaje de Alonso en pro de la clemencia. Barragán se calentó lo que no está escrito.

Todo este microclima polémico había rodeado la reunión de ayer tarde de Coalición Canaria de un aire de tenso paroxismo. ¿Hasta dónde llegaría la sanción del partido a su diputada? Pues ya lo sabemos: mil euros. Y un tirón de orejas. Y una carta en la que Oramas agachaba la cabeza lo justito para llevarse un pescozón justito.

La escatología política de la macarronesia había llevado el asunto a una especie de sínodo furibundo en donde lo que realmente se iba a ventilar era cuál de las dos almas de Coalición sobrevivíría. Pero el supuesto choque entre los progresistas y los pragmáticos, entre los que quieren ser de muy izquierdas y los que están a lo más práctico, estaba bichado de antemano. No hay como conocer lo que jalean con entusiasmo tus enemigos declarados para deducir que tienes que hacer exactamente lo contrario. Coalición tiene una diputada estrella en Madrid para lo que dure la legislatura. Quedarse sin ella no habría sido especialmente inteligente. Así que se abrió el telón, se oyeron truenos y centellas, se rasgó el velo del templo y luego, incontinentes, los verdugos pusieron la multa, calaron el chapeo, requirieron la espada, miraron al soslayo, fuesen y no hubo casi nada. Por ahora.