No hay que malinterpretar aviesamente las cosas. Si Pedro Sánchez habla de un Gobierno de diálogo no debe incluirse obligatoriamente a los periodistas ni a los medios de comunicación. Por eso su comparecencia de ayer fue, de nuevo, un discursete de quince minutos sin preguntas. Si quieres preguntar algo, plumilla, sal a la calle y pregunta la hora. Sánchez simplemente se ahorra el plasma que utilizó antaño Mariano Rajoy. Él es el plasma mismo.

Iván Redondo llegó a Moncloa con el último descubrimiento de la comunicación política bajo el sobaco. Los medios de comunicación aún son imprescindibles para la gestión del poder político, los periodistas ya no. Los periodistas hace mucho tiempo que no son peligrosos, pero a veces siguen siendo un engorro. El Gobierno - todos los gobiernos, grandes, medianos, chiquitines - construye con cuidado su relato y dispone de mecanismos propios para trasladarlo a los periódicos, emisoras de radio y televisiones. El periodista actualmente es como ese mosquito que en las carreteras y autopistas se empeña en acercarse al automóvil y queda estampado en el parabrisas. ¿Detiene al coche? No, en absoluto. Pero si son muchos los mosquitos te dejan el parabrisas hecho un asco y no se puede ver bien la maravilla que hay en el interior del vehículo que atentamente remite el Gobierno. Mejor poner esa mosquitera que advierte que no se tolerarán preguntas. De hecho no se va a tolerar que se pregunte nada al menos hasta que el Gobierno consiga aprobar su proyecto de presupuestos generales. El presidente Sánchez necesita tener algo que vender para no verse abocado a responder sobre lo que ha tenido que comprar. En el caso de ERC a un precio desorbitado. Y lo que queda. ¿Se sentará a comenzar ese diálogo entre Gobierno y Govern con Quim Torra, aunque el presidente de la Generalitat ya no lo sea o esté a punto de dejar de serlo por sentencia judicial? ¿Sobre qué materias vas a negociar sin condiciones con un señor que en pocos días deberá abandonar su despacho, solo o escoltado por los mosos de escuadra que dirige su consejero del Interior y exportero de discoteca, Miquel Buch? Respecto a los presupuestos generales mismos, como no se han autorizado preguntas a los mosquitos, Sánchez no ha precisado, por supuesto, una fecha aproximada para la remisión del proyecto al Congreso de los Diputados, aunque en la Villa y Corte se habla de la primera semana de marzo. Por supuesto que cabe que todo se empantane monstruosamente. En realidad serán necesarias cantidades ingentes de habilidad, paciencia, perseverancia, inteligencia, regado con un buen chorro de suerte, para que todo este fatigoso montaje no acabe cayendo por los suelos.

Finalmente - y contra los tristes y desinformados presagios de un servidor - el Gobierno español contará con una ministra canaria, Carolina Darias, y como siempre que ha ocurrido - muy pocas veces - la reacción ha sido ligeramente histérica. Es una excelente noticia para el PSOE canario y, desde luego, para la señora Darias, que tiene experiencia política y administrativa y reúne condiciones para convertirse en una buena ministra. Pero un ministro no es un sobrino o un cuñado que curra de administrativo en el Cabildo y te puede ayudar a tramitar una solicitud. Los ministros trabajan para el conjunto del país y si se ponen bordes suelen hacerlo con más frecuencia con sus paisanos que con los demás, para no ser acusados del vicio del favoritismo territorial.